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Trabajemos juntos para tener un buen gobierno

Del número de octubre de 2004 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Aveces pienso que la mayoría de la gente de este planeta no confía en sus gobiernos. Esa falta de confianza puede que se evidencie en forma de esporádicas manifestaciones en masa y violencia. O se puede ver en la voraz codicia de quienes ocupan puestos altos y en el sentimiento de impotencia de los que están debajo. No obstante, en el lado positivo, las naciones desarrolladas están ayudando a los países más pobres en sus esfuerzos por establecer instituciones democráticas. Dados los desafíos que enfrentan, sin embargo, si no hay alguna clase de espiritualidad que apoye el idealismo, es muy fácil que cunda el desaliento.

Antiguas enemigas descubrieron que tenían más cosas en común que diferencias.

Una de las ideas que se tiene en la economía política hoy en día, es que para tener un buen gobierno las instituciones democráticas — tal como un sistema judicial independiente, una prensa libre y asociaciones civiles — necesitan ser fortalecidas. Esto funciona bien en países donde la democracia ha alcanzado cierta medida de aceptación. Pero parece demasiado idealista para aquellas naciones donde esas instituciones nunca han existido, o donde el pueblo en general no tiene confianza en la integridad de las mismas. Los titulares que hablan sobre la crisis de gobierno en Haití, Venezuela, Costa de Marfil y Liberia, lo demuestran, así como muchas de las informaciones que se reciben de Iraq. ¿Cómo construir una estructura democrática cuando no hay una historia de ella en el país y el público no confía en lo que se tiene que hacer?

Parece muy claro que el buen gobierno, cualquiera sea la manera en que se exprese localmente, necesita comenzar a nivel personal, con los ideales que el individuo vive. Y cuando nos enfrentamos con la perspectiva de varios miles de millones de individuos, todos los cuales puede que tengan diferentes conceptos de lo que es aceptable o no, es muy fácil que prevalezca el cinismo. Tal vez quienes viven en democracias confortables, piensen “No tienen remedio. Esa gente nunca tendrá paz, estabilidad y prosperidad económica”. Y quizá agreguen que es un problema demasiado grande como para poder hacer algo al respecto. No obstante, yo he descubierto que la oración puede ser una manera práctica y eficaz de ayudar y apoyar a un buen gobierno.

Hace algunos años, estaba trabajando en Mali, un país de África Occidental que hace muy poco que tiene un gobierno democrático. Se estaban acercando las elecciones y era una época de muchas divisiones. La retórica de las campañas políticas parecía polarizar a la sociedad. Incluso había ocasionales estallidos de furia entre los miembros de mi personal que tenían puntos de vista políticos opuestos.

Yo quería contribuir con algún elemento sanador a lo que estaba ocurriendo. Así que oré a Dios, el único Padre-Madre de toda la creación, para saber qué hacer. Pensé en una oración que Mary Baker Eddy escribió y tituló “La oración diaria”. Dice así: “'Venga Tu reino’; haz que el reino de la Verdad, la Vida y el Amor divinos se establezca en mí, y quita de mí todo pecado; ¡y que Tu Palabra fecunde los afectos de toda la humanidad, y la gobierne¡” Manual de La Iglesia Madre, pág. 41. Yo creo que es muy significativo que la Sra. Eddy alentara a las personas a orar por toda la humanidad, no sólo por sí mismas. Yo también deseaba contribuir a que el mensaje de Dios “fecunde los afectos de toda la humanidad”, de modo que pensé en esas palabras.

Casi de inmediato tuve una idea. Mi oficina podía organizar diálogos por televisión entre los participantes en nuestro estudio y la gente en la ciudad de Washington. Estas conversaciones habían demostrado ser una manera muy eficaz de establecer relaciones entre la gente en el pasado. Así que decidí invitar a mujeres de Mali que eran miembros activos de los diversos partidos políticos, para que dialogaran con las representantes de la Liga de Mujeres Sufragistas de Washington.

El día señalado el estudio estaba lleno y la atmósfera era tensa, ya que muchas figuras políticas se vieron cara a cara con enconados oponentes. No obstante, en el curso de la conversación las mujeres de Mali descubrieron que tenían más cosas en común — especialmente como mujeres dentro de una sociedad islámica — que diferencias. Después de terminada la transmisión televisada, ellas continuaron conversando por un par de horas. Y cuando salieron del estudio, antiguas enemigas iban caminando codo a codo, conversando animadamente sobre sus metas en común. Incluso regresaron días después para usar nuestra oficina como un medio neutral donde continuar su diálogo.

Como resultado se formó un nuevo grupo femenino, cuyo propósito era informar a todas las mujeres de Mali de sus derechos según la constitución del país. Esto no sólo fue un sorprendente paso de progreso, sino que esta organización también fue la primera en la historia de Mali en traspasar todos los límites políticos. Mientras continuaba la campaña política, terminaron los agresivos ataques personales. Esa elección, y la siguiente, varios años después, tuvieron como resultado pacíficas transferencias de poder. Las mujeres de Mali llegaron a ser conocidas en toda África Occidental, no sólo por su activismo político, sino también por su habilidad para lograr que se hagan compromisos. Por supuesto que no todas las diferencias fueron superadas, pero los afectos se vieron enriquecidos.

Me gusta el orden indicado en “La oración diaria”: Primero corrígete a ti mismo, reconociendo el reino de Dios en tu propia vida, y luego puedes orar por la humanidad. No creo que uno necesite estar en el país mismo para orar por la paz y la estabilidad. En lugar de eso, justo cuando el reportero de noticias informa acera del último disturbio ocurrido en el exterior, uno puede recurrir a la oración para ver que el control de Dios no es tan sólo un buen deseo o una ilusión, La ley de Dios está en operación en todas partes.

En una época de turbulencia política en los Estados Unidos — acababan de asesinar al Presidente McKinley — la Sra. Eddy escribió: “A través del Amor divino el gobierno correcto es asimilado, el camino señalado, el proceso acortado, y cumplida la alegría del consentimiento”. The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 292. Pienso que ésa es una maravillosa receta para el establecimiento de un buen gobierno en todo el mundo, y nosotros podemos ayudar a través de nuestras oraciones diarias por la humanidad.

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