Cuando nuestro grupo se estaba preparando para hacer una presentación a la Junta Directiva de la Ciencia Cristiana sobre los posibles lugares de América Latina a donde podrían ser invitados para reunirse con concurrentes y miembros de las iglesias filiales, el nombre de Cuba como que se iluminó en la página.
Puesto que el gobierno de los Estados Unidos ha impuesto sanciones contra el gobierno cubano por más de 40 años, no se nos había ocurrido que esa reunión pudiera ser posible. Sin embargo, en silencio abrigamos la idea de este viaje y averiguamos la posibilidad de hacerlo. Puesto que todas las cosas son posibles para Dios, fue claro que si éste era Su plan Él nos guiaría a dar los pasos correctos. Cuando presentamos la idea, la Junta Directiva estuvo de acuerdo en hacer el viaje.
Una agencia de viajes nos ayudó para resolver los trámites burocráticos conforme a las regulaciones gubernamentales en ambos países, pero nos dijo que planear este viaje podría Ilegar a tardar más de un año. Todo esto iba a requerir de muchos detalles, como la tramitación de documentos legales y fiscales, Ilenar formularios y obtener visas. Al realizar los pasos necesarios, nos sentimos muy cerca de Dios y dejamos que Él guiara el camino. Se presentaron muchos obstáculos que hubieran impedido el avance, pero la dirección de Dios permitió que todo saliera perfectamente a tiempo, incluso los incontables trámites de las transacciones financieras. Finalmente, pronto obtuvimos permiso del gobierno de los Estados Unidos para viajar a Cuba.
Al preparar esta visita, Eberhard Lasch, Leide Lessa y el grupo planificador, nos mantuvimos en contacto con dos queridos miembros en Cuba, quienes Ilenaron los documentos para obtener las visas del gobierno cubano en La Habana. Oramos juntos como una gran familia para demostrar que el poder divino abre el camino a posibilidades ilimitadas. Nuestra confianza nos dio paciencia y fortaleza a pesar de los retrasos en las visas. (Las recibimos 24 horas antes de nuestra partida con la ayuda de la Oficina de Asuntos Cubanos y la Oficina del Comité de Publicación de la Iglesia, ambos en la ciudad de Washington).
Al día siguiente de Ilegar a La Habana, tuve el privilegio de visitar en su casa a una de las practicistas. Simplemente radiaba de amor, por su familia, por Cuba y por la Ciencia Cristiana. Cuando nos despedimos nos abrazamos y sentí, más allá de las palabras, cuánto teníamos en común.
Este viaje también me dio la oportunidad de reencontrarme con la música latina. A Eberhard, Leide y a mí nos encantó ver que en el hotel donde nos quedábamos había un cartel anunciando un concierto en memoria de Compay Segundo, un querido músico que es un tesoro nacional cubano. El grupo musical hizo vibrar el corazón de la audiencia con una actuación desbordante de las cualidades del Alma.
El último día en La Habana, la recepcionista del hotel me comentó de su vida en Cuba durante los últimos 20 años. Me dijo que los cubanos tienen una muy buena educación. Ella había sido sicóloga clínica profesional antes de entrar en la hotelería. Agregó que le encantaba aprender y descubrir nuevas ideas y que había estudiado inglés y francés por sí misma. Durante la conversación, le mencioné que tenía el libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, el que tal vez le gustaría leer pues lo Ileva a uno a pensar y descubrir nuevas ideas. De inmediato mostró su entusiasmo y agregó: "Pero probablemente está en inglés y quizás sea difícil de leer." Sonreí y le dije que estaba en inglés y castellano. Se vio muy contenta y dijo que la ayudaría a mejorar aún más su inglés. Cuando después le di el libro, leyó detenidamente el título, sonrió y lo abrazó, y para sorpresa mía salió detrás del mostrador y me dio un gran abrazo.
Gracias a esa maravillosa recepción que nos dieron los miembros de la iglesia y a la calidez y hospitalidad del pueblo cubano, me enamoré de Cuba. La inspiración que obtuve al ver las vidas de estos preciados y dedicados miembros cubanos de La Iglesia Madre, y su diaria, leal e incondicional práctica de la Ciencia Cristiana, me ha alentado a hacer lo mismo.