Cuando era pequeña ya me sentia siempre muy cerca de Dios, el Amor divino, y tenía por costumbre cada vez que sentía temor, repetir un corto poema que dice que Dios siempre está a mi lado y que estoy protegida por Su amor. Y así me sentía más segura de que Dios es omnipotente, omnisciente, omnipresente y omniactivo. Entonces, mi temor desaparecía. En la actualidad sigo haciéndolo.
Cuando tenía unos 9 años me ocurrió un suceso que me afianzó más en la Ciencia Cristiana. Un lunes, mi maestra de la escuela nos informó a mis compañeros y a mí que el miércoles habría una prueba enviada por la provincia para que la diera un grupo de 10 niños. Yo era la primera de la lista. Cuando Ilegué a casa se lo comuniqué a mi mamá y ella me dijo que oraría por mí, pero que yo podía hablar directamente con Dios, y que recordara el poema que repetía cuando era más pequeña. Así lo hice.
Llegado el momento de la prueba, me senté en clase convencida de que, como hija de Dios, reunía Sus mismas cualidades. También oré con una frase de Ciencia y Salud: "Tal como una gota de agua es una con el mar, un rayo de luz uno con el sol, así Padre e hijo, son uno en el ser" (pág. 361).
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