Me llamo Jenita, y estoy en octavo grado del bachillerato. Cuando era aún un bebé, mi abuela comenzó a llevarme a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana todos los domingos. Todavía asisto a la Escuela Dominical, donde aprendo lo maravilloso que es Dios.
Dios me ha dado un regalo muy especial. Lo valoro más que ningún otro regalo que yo pueda comprarme en una galería comercial. ¡Puedo tocar el piano!
Empecé a aprender a tocar el piano cuando tenía cuatro años. En los últimos nueve años, hubo momentos en que realmente no me sentía con ganas de practicar. Pero afortunadamente mi mamá siempre me alentó a hacerlo. Ella siempre ha estado allí para apoyarme y muy pronto se dio cuenta de que Dios me había dado este talento musical.
Al principio, a mi papá no le gustaba que pasara mucho tiempo en el piano. Tenía miedo de que afectara mis estudios. Pero esto sólo hizo que yo tuviera aún más determinación de demostrar que con la ayuda de Dios podía hacerlo. Ahora mi papá ya no tiene ninguna objeción, y está orgulloso de mis logros.
He participado en muchas competiciones y he ganado más de diez premios. Cuando estoy en los camerinos, me mantengo tranquila orando: “Dios mío, permite que Tu mano trabaje a través de mis manos" y después de la competición siempre le agradezco a Dios por ayudarme a que me vaya bien. Digo: “Muchas gracias por darme la oportunidad de glorificarte”.
Cuando enfrento desafíos, me ayuda mucho recordar lo que siempre me dijo mi abuela: "Tú eres la hija perfecta de Dios”.
