Precisamente así me sentí a partir de que empecé a conocer la Ciencia Cristiana hace aproximadamente 4 años. Mi Mamá hacía algún tiempo que estaba concurriendo a los servicios religiosos, y al ver todos los cambios tan positivos que ella había tenido desde que comenzó a asistir a ese grupo, en un momento de gran desesperación, oré a Dios.
En ese entonces yo tenía una gran depresión desde hacía varios meses. Había terminado una relación con una persona que fue muy especial para mí y esto, aunado a problemas económicos que teníamos en mi familia y el hecho de que yo no tenía trabajo, me hacían sentir muy impotente y sola, como en un desierto.
De pequeña padecí una enfermedad a la cual llaman poliomielitis, por lo cual siempre me había tenido que esforzar físicamente un poco más que los demás para salir adelante. Aun así, siempre creí que Dios es bueno y que Él no me había enviado esa condición.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!