El esquí es para mí una de las expresiones más libres de velocidad, agilidad, fuerza y concentración. Todos los inviernos viajo con mi familia a Park City en el estado de UTAH, y allí esquiamos. Cuando ocurrió esto que les voy a contar yo tenía 15 años.
Estaba esquiando con mi hermano, yo haciéndolo en estilo libre con saltos y piruetas, y en un momento dado, cuando me lancé en bajada para alcanzar la mayor velocidad posible, salté con tanta fuera que pasé el área donde debía aterrizar y me di un golpe tremendo. Tal fue la caída que quedé inconsciente y los médicos que me asistieron tuvieron que sacarme de la montana en helicóptero. La situación era de gravedad. El diagnóstico médico era que estaba en estado de coma y que la única opción era someterme a una cirugía cerebral.
Pero mis padres, que son Científicos Cristianos, se dieron cuenta de que podían apoyarse en Dios para sanar esta situación. Simplemente pidieron que les dieran media hora para orar por mí. Los doctores estuvieron de acuerdo, pero les dijeron que después de esa media hora sería necesario hacer la operación. Durante esa media hora, mis padres oraron y comprendieron con tanta claridad que mi verdadera identidad era espiritual y perfecta en Dios, que cuando los médicos regresaron y me revisaron, descubrieron que me estaba estabilizando. La verdad es que estaba progresando mucho, por lo que postergaron la operación otras 4 horas. Al cabo de ese tiempo, los médicos continuaron viendo progreso. Incluso pensaron que seguía inconscience, cuando en realidad había comenzado a responder. Postergaron nuevamente la cirugia, hasta la mañana siguiente.
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