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“Colectiva y exclusivamente”

Del número de junio de 2017 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Febrero de 2017.


El Manual de la Iglesia, por Mary Baker Eddy, incluye una sección titulada “La oración en la iglesia”. Se encuentra cerca de otras secciones fundamentales, como son “Una Regla para móviles y actos”, “Cristo Jesús, el Ejemplo”, “La oración diaria” y “Alerta al deber”. La sección dice lo siguiente: “Las oraciones en las iglesias de la Ciencia Cristiana deberán ser ofrecidas colectiva y exclusivamente en pro de las congregaciones” (pág. 42). ¿Por qué es tan útil esta instrucción directa de orar en pro de las congregaciones en los servicios religiosos de la Ciencia Cristiana?

Además de escuchar pasivamente las lecturas o la música, el hecho de participar en los servicios y reuniones de las iglesias de la Ciencia Cristiana ofrece una oportunidad única de amar a Dios y a nuestros semejantes con todo nuestro corazón cuando oramos juntos. Por supuesto, hay muchas formas de orar, pero una manera de describir la oración, tanto en los servicios religiosos de la Ciencia Cristiana como en otros lugares, es el profundo deseo de ser lo que verdaderamente somos: las generosas expresiones del Amor divino, creadas a imagen y semejanza de Dios (véase Génesis 1:26, 27), libres de temor, pecado y voluntad propia. Para ser genuino, ese deseo debe expresarse no solo cuando asistimos a los servicios dos veces a la semana, sino en nuestro diario vivir.

El Nuevo Testamento señala claramente que aquellos que son de Cristo (y en la Ciencia Cristiana uno podría decir que son aquellos que han hecho un esfuerzo sincero para seguir a Cristo Jesús) han “crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gálatas 5:24). Esto significa reconocer un solo Espíritu infinito, y a uno mismo y a los demás como creados a semejanza de este Espíritu. Esta norma elevada, que nos eleva a todos, y que todos podemos tratar de alcanzar y lograr, implica abandonar los dolores y placeres de la carne o la materia y tener pensamientos, acciones y móviles puros. Entonces uno trae naturalmente esa pureza a nuestras oraciones en la iglesia.

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