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Nuestro rol en la solución del Zika

Del número de noviembre de 2016 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Publicado originalmente en el Christian Science Sentinel del 14 de marzo de 2016.
Apareció primero el 29 de noviembre de 2016 como original para la Web.


En vista de la alerta internacional lanzada en relación a la así llamada enfermedad del virus del Zika, ¿qué medidas se pueden tomar donde sea que estemos?

La oración en la Ciencia Cristiana aborda toda situación desde una perspectiva espiritual. Ella se basa en las enseñanzas bíblicas de que Dios llevó a cabo una creación enteramente buena —como indica el capítulo 1 del Génesis—, y en el ejemplo de Cristo Jesús mostrando que la experiencia humana puede dar testimonio de esa creación buena, a través de una comprensión espiritual de esta verdad. Cuando permitimos que el amor y la bondad de Dios, que todo lo abarcan, impregnen nuestro pensamiento, esa bondad original resplandece y se hace más evidente en la vida diaria. Orando de esta manera en relación a la supuesta amenaza del Zika, podemos afirmar que la presencia maternal y todopoderosa de Dios puede sentirse en cada aspecto del ser y en todos los rincones del globo —irradiando el amor perfecto, que con toda naturalidad disuelve el temor, la incertidumbre, la enfermedad y la desesperación.

Al orar sobre esta situación de la salud pública, he aquí algunos otros aspectos en los que podemos pensar:

  • Cuando comenzamos nuestra oración con la premisa del primer capítulo del Génesis, estamos reconociendo que Dios ha establecido Su creación con amor, y que todo lo que Él ha creado permanece bueno. Ese capítulo bíblico nos dice que el hombre —incluyéndonos a todos nosotros— ha sido creado a imagen de Dios. Cualquier apariencia de mal o de enfermedad se basa en la visión de la creación presentada en el capítulo 2 del Génesis. El relato de este segundo capítulo, sugiriendo que la creación de Dios ha perdido su perfección, puede parecer cierto, pero a la luz del decisivo primer capítulo, queda claro que es contradictorio. Sólo una de las dos visiones puede ser cierta. Las curaciones realizadas por Jesús confirman la verdad del primer capítulo. Génesis 1 transmite la certeza fundamental de que la realidad de la armonía es continua e ininterrumpida. A través de la oración podemos llegar a aceptar el hecho de que la perfección universal de Dios se mantiene cierta a pesar de las apariencias ante los errados sentidos materiales.
  • Con nuestra oración firmemente arraigada en la perfección eterna de Dios, podemos reconocer con gratitud que Dios es Amor infinito, y que llena todo el espacio. Él cuida eternamente a Su creación. Él preserva a Sus hijos y cada aspecto de Su orden universal. Nuestra gratitud por esta verdad divina nos ayuda a alejar el pensamiento humano de la confusión e incertidumbre. Podemos brindar apoyo, estabilidad y claridad, cuando en nuestras oraciones afirmamos que Dios es toda presencia. Nuestra calmada convicción de la totalidad de Dios y Su bondad deja entrar la luz que disipa las tinieblas.
  • Mientras que desde una perspectiva material pareciera que una enfermedad puede propagarse a través de un virus, una perspectiva espiritual ofrece una valoración muy diferente. El temor, tanto consciente como latente, es un elemento clave que hay que tener en cuenta. En vez de permitir que el miedo se infiltre sutilmente o nos angustie, podemos pensar que tanto nosotros como los demás estamos rodeados por el amor maternal y protector de Dios. Cuando afirmamos en oración que Dios es el verdadero Padre-Madre de todos nosotros, y que la naturaleza maternal de Dios está universalmente presente, algo profundamente significativo sucede: el miedo comienza a disminuir. Es verdaderamente un ejemplo de la enseñanza bíblica que dice que “El perfecto amor echa fuera el temor” (1 Juan 4:18). Esto tiene un efecto aún más palpable. “Cuando desaparece el temor, el fundamento de la enfermedad se va”, escribe Mary Baker Eddy en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras (pág. 368).
  • Analizar en profundidad la base de la inteligencia verdadera también es útil. Basándose en la Biblia, la Ciencia Cristiana explica que Dios es la única fuente de todo pensamiento inteligente. Define a Dios como la única consciencia divina, el único Ego perfecto, la única Mente pura. Cada individuo es la amada expresión de esta Mente única. Como los hijos de Dios, cada uno de nosotros manifestamos la sabiduría de la Mente perfecta. Esta es la realidad de Génesis 1. La versión de Génesis 2 presenta a cada individuo con su propia mente separada, vulnerable a la duda, la incertidumbre y el temor. La oración que reconoce profundamente que hay una sola Mente y niega la existencia de muchas mentes, contribuye a inclinar la balanza del pensamiento hacia Dios. La verdad es que hay solo una Mente y que esa Mente no conoce el temor, y sabe que su creación perfecta no tiene defectos. Afirmar en oración con firmeza e insistencia que hay una sola Mente, un Dios, contrarresta la falsedad de que hay muchas mentes capaces de experimentar el mal y la enfermedad.
  • Otro punto clave en la oración es discernir, como la Biblia lo revela, que Dios es Todo-en-todo. Está siempre presente. Su sustancia es la sustancia del universo. Y esto significa que toda vida en realidad refleja a Dios, el único Creador eterno. La creación de Dios como se describe en el primer capítulo del Génesis no está en conflicto consigo misma. Un aspecto de Su creación no pone en peligro a otro. No es sorprendente entonces que Isaías haya escrito “el leopardo con el cabrito se acostará” (Isaías 11:6). La idea de que un insecto pueda dañar a un individuo, no concuerda con una creación que expresa la inteligencia de la Mente infinita o el Amor universal que cuida de Su creación y la colma de bendiciones. Como la Sra. Eddy explica con afecto maternal, “Todas las criaturas de Dios, moviéndose en la armonía de la Ciencia, son inofensivas, útiles, indestructibles” (Ciencia y Salud, pág. 514).

Para resumir: en realidad, en la creación de Dios no existe ninguna sustancia destructiva que pueda ser transmitida por un insecto; nadie puede ser amenazado; el medio ambiente no puede estar contaminado; y desde este punto de vista, en la escena humana, no hay condición irreversible; no hay problema que no tenga solución. En conclusión, no hay otra causa más que Dios, el Bien. “La Mente infinita crea y gobierna todo, desde la molécula mental hasta lo infinito” escribe la Sra. Eddy en Ciencia y Salud (pág. 507).

A medida que comprendemos, y en oración afirmamos, que la naturaleza protectora de Dios está universalmente presente y es perfecta, la luz de esa comprensión disminuirá las tinieblas de la enfermedad y finalmente las destruirá.

Publicado originalmente en el Christian Science Sentinel del 14 de marzo de 2016.
Apareció primero el 29 de noviembre de 2016 como original para la Web.

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