Estuve conversando recientemente por correo electrónico con alguien que está profundizando su estudio de la Ciencia Cristiana y recibiendo renovadas vislumbres espirituales. Me pidió que compartiera con ella algunas ideas sobre cómo orar por sí misma al prepararse cada día.
Me agradó mucho que mi amiga me pidiera esto. Cristo Jesús nos insta a “velar […] y orar” (véase Lucas 21:36), y el hecho de seguir su ejemplo de tomarnos el tiempo de estar a solas para comunicarnos con Dios, ha sido muy útil para mí. Es posible que orar por nosotros parezca egoísta, cuando hay tanta gente y situaciones que necesitan de nuestras oraciones. Pero yo he descubierto que cuando comienzo mi día afirmando mi inseparable relación con Dios, obtengo una mejor comprensión de lo que implica esa relación, pues, con esta elevación de pensamiento estoy mejor capacitada para ayudarme no solo a mí misma, sino a aquellos que me llaman pidiéndome que ore por ellos.
En mi respuesta le expliqué que no hay fórmula para orar, pero compartí con ella algunas ideas generales acerca de cómo oro. Parecían muy sencillas, tal como reconocer nuestro propósito divino y el dominio que Dios nos ha dado.
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