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Sentir el consuelo y el cuidado del Amor divino

Del número de junio de 2017 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Publicado originalmente en el Christian Science Sentinel del 29 de agosto de 2016.


Hace poco, estaba en una reunión de testimonios semanal en mi filial de la Iglesia de Cristo, Científico, cuando alguien dio un testimonio y dijo, en parte, que Dios está siempre cuidando de nosotros, Sus hijos, aun cuando nosotros no estemos reconociéndolo o buscándolo en ese momento. Yo también he comprobado que esto es cierto.

Hace varios años, atravesé por un período muy difícil de mi vida. Estaba sufriendo de una profunda depresión, adicción al juego y problemas de salud. Un día, durante esa época, me enteré de que una de mis hijas adultas, que también era mi confidente y amiga cercana, había fallecido. Yo no tenía consuelo y estaba enojada con Dios. El dolor nublaba mi pensamiento y culpaba a Dios de su muerte.

Pero en la Ciencia Cristiana aprendemos que Dios es Amor. El libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, dice: “Dios es lo que las Escrituras declaran que Él es: la Vida, la Verdad, el Amor” (pág. 330). Yo había sido Científica Cristiana casi toda mi vida, y sabía en mi corazón que orar para comprender mejor a Dios como Amor me ayudaría. Llamé a un practicista de la Ciencia Cristiana para que me diera tratamiento por medio de la oración. Este apoyo fue invalorable, pues sentía que realmente no podía orar por mí misma. Trataba de leer la Lección Bíblica semanal de la Ciencia Cristiana, pero no lograba concentrarme. Sin embargo, recordaba valiosas ideas de pasajes de la Biblia y de Ciencia y Salud.

Un día, tomé la Biblia y la abrí en el Salmo 23. Estaba leyendo este salmo y cuando llegué a la parte que dice: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (versículo 4), sentí que algo cambiaba en mi pensamiento al tener una vislumbre del amor infinito de Dios por nosotros.

Luego abrí Ciencia y Salud y leí estas palabras, en relación al Salmo 23: “En el siguiente Salmo una sola palabra muestra, aunque débilmente, la luz que la Ciencia Cristiana proyecta sobre las Escrituras, al sustituir el sentido corpóreo por el sentido incorpóreo o espiritual respecto a la Deidad: —

“SALMO 23…

“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque [el amor] estará conmigo; la vara [del amor] y el cayado [del amor] me infundirán aliento” (págs. 577–578).

El Amor divino está conmigo y me consuela. Mantuve esto en mi pensamiento día y noche durante varios días. Comencé a ver con más claridad que Dios es realmente Amor y que este Dios, o Amor, nunca me había dejado desconsolada y nunca deja a ninguno de nosotros desconsolado.

Después fui guiada a estudiar lo que la Biblia dice acerca del hombre. El primer capítulo del Génesis declara: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza;... Y creó Dios al hombre a Su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (versículos 26, 27).

Comprendí que esta identidad era la verdadera identidad de mi hija. Es la realidad espiritual de todos nosotros, hechos a la semejanza perfecta de Dios. Esta identidad espiritual nunca podría morir o desaparecer. Aunque ya no podía ver a mi hija materialmente, percibí que ella seguía protegida bajo el cuidado del Amor. En mi oración, yo podía continuar sosteniendo esta verdad para ella y para mí.

Muy pronto la tristeza desapareció de mi pensamiento. Caminaba con más libertad y se disipó el pesar. La vara y el cayado de Dios me consolaron. Empecé a leer nuevamente la Lección Bíblica con alegría, siempre alerta para encontrar algunas nuevas ideas del amor de Dios por mí y mi relación para con mi Padre, que también era el Padre celestial de mi hija. Desde entonces, los maravillosos y numerosos recuerdos que tengo de mi hermosa hija han reconfortado mis pensamientos, en lugar de traer tristeza y depresión. El Consolador, la Ciencia del Cristo, me ha consolado. También he sanado de los problemas de salud con los que había estado lidiando, y me liberé de la adicción al juego (véase: “Break the grip of gambling,” [Romper el control de los juegos de azar], Christian Science Sentinel del 4 de abril de 2016).

El Consolador también puede consolarte a ti, en tus momentos de extrema necesidad. Aunque ese “valle de sombra de muerte” parezca asomarse, podemos caminar por él y salir de él. No estamos solos; el Amor está allí para guiarnos a cada paso del camino, aunque tardemos en recurrir al Amor. Podemos aferrarnos fuertemente a la promesa del bien de Dios y nuestra relación con Él, y superar los pensamientos de pérdida o aflicción que se hayan apoderado de nuestro pensamiento. Al pensar en los seres queridos que hemos perdido, podemos afirmar la eterna unidad del hombre con Dios.

Hay un poema que escribió la Sra. Eddy titulado “La oración vespertina de la madre” (Escritos Miscelaneos 1883–1896, pág. 389). Este poema fue como una oración para mí, y me gustaría compartir contigo parte del mismo. Sus verdades pueden traer el consuelo y la curación que necesitamos, ahora mismo.

Gentil presencia, gozo, paz, poder,
   divina Vida, Tuyo todo es.
Amor, que al ave Tu cuidado das,
   conserva de mi niño el progresar.
[...]
Que por la ingratitud, por el desdén,
   por cada lágrima halle, alegre, el 
      bien;
en vez de miedo y odio, quiero amar,
   pues Dios es bueno y Él me hará 
      triunfar.

Publicado originalmente en el Christian Science Sentinel del 29 de agosto de 2016.

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