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La mentira del mal desenmascarada

Del número de junio de 2017 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Febrero de 2017.


Durante el curso de una intensa conversación, en la que era muy claro que su vida estaba amenazada, Cristo Jesús hizo una de las declaraciones más audaces de todos los tiempos: el mal es irreal. Dijo que ninguna verdad, ni una pizca de verdad, puede encontrarse en una manifestación del mal, cualquiera sea, y que el diablo, un término bíblico para el mal, es “mentiroso, y padre de mentira” (Juan 8:44). Jesús enseñó, esencialmente, que la aparición del mal siempre debe verse como una mentira, una presentación engañosa de las sugestiones que contradicen la verdad acerca de la creación exclusivamente buena de Dios. Después, con extraordinaria precisión, lo demostró.

De hecho, Jesús demostró la irrealidad del mal durante todo su ministerio y misión sanadores. Él sanó a los enfermos instantáneamente. Paró en seco los efectos destructivos del clima. Redimió y transformó el carácter de individuos inescrupulosos en el acto, cuando ellos fueron receptivos a las oraciones de Jesús. Jesús demostró la irrealidad del mal en tal medida, que aun cuando la gente en puestos de poder conspiraron para matarlo, aun cuando su ánimo pudo haberse sentido quebrantado al ver que todos, con excepción de unos pocos amigos, negaban su misión, e incluso cuando las así llamadas fuerzas destructivas de la materialidad debieron haber terminado con su vida, él, no obstante, triunfó sobre la muerte y la tumba. Jesús dijo de sí mismo: “Confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).

En su mensaje de despedida a sus discípulos, y a todas las generaciones futuras de cristianos, Jesús dejó claras instrucciones respecto a la necesidad que todos tenemos de continuar el trabajo de declarar y demostrar la irrealidad del mal, la imposibilidad de que haya un poder opuesto a Dios, el bien infinito. Él dijo: “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes; y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán” (Marcos 16:17, 18).

En esos versículos maravillosos, Jesús dio a toda la humanidad, no solo a sus discípulos directos, tanto el claro mandato de rechazar y vencer el mal en todas sus formas —incluidos el pecado, la enfermedad y la muerte— como también la reconfortante promesa de que, mediante el poder de Dios y Su Cristo, siempre podemos vencer la mentira del mal. Uno de los primeros cristianos en demostrar la verdad de la declaración de Jesús fue el Apóstol Pablo, quien con confianza dijo: “Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15:57). En otra profunda promesa de victoria, Pablo dijo con firmeza a los romanos: “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Romanos 12:21).

A lo largo de los siglos, el cristianismo genuino ciertamente se ha esforzado por mantenerse firme contra el mal mediante la pureza, la bondad y el amor expresados individualmente en la vida de los cristianos. Sin embargo, fue Mary Baker Eddy quien, mediante su descubrimiento de la Ciencia Cristiana, discernió y ayudó a reconectar a la humanidad con esta profundamente importante verdad bíblica: el hecho de que el mal solo existe como una suposición, no una realidad. Ella enseñó que el mal solo puede parecer real como una creencia mortal, un concepto erróneo basado en la falsa información que proporcionan los cinco sentidos materiales, y que el Cristo, la Verdad, echa fuera este sentido falso, junto con sus mentiras. En la medida en que comprendamos esto, podremos demostrar la irrealidad del mal en nuestra propia experiencia, tal como Jesús instruyó.

El magnetismo animal, la mentira del mal, solo nos atrae si somos engañados y aceptamos la creencia de que el hombre es material o animal. ¡Qué importante es, entonces, saber y afirmar la verdad acerca del hombre espiritual!

Mary Baker Eddy comprendió que la irrealidad del mal estaba basada en un hecho simple: la totalidad de Dios, que es el bien por siempre activo y omnipotente, no deja lugar alguno donde pueda existir el mal, ninguna forma que el mal pueda asumir, ningún poder verdadero que el mal pueda ejercer. Sin embargo, a medida que la verdad de la totalidad de Dios se volvía cada vez más evidente en su pensamiento, ella también percibía la gran necesidad de exponer la manera en que el mal adopta una realidad y un poder para promover sus mentiras. Aunque el mal es solo hipotético, era necesario exponer su supuesta habilidad de operar, pues, hasta que la verdad de la infinita bondad de Dios sea más universalmente aceptada y comprendida, la mentira del mal parecerá real y poderosa a la consciencia humana. Y cuando la consciencia humana es de este modo engañada, la humanidad experimenta sus dañinos efectos.

La Sra. Eddy explica este fenómeno en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Toda la realidad está en Dios y Su creación, armoniosa y eterna. Lo que Él crea es bueno, y Él hace todo lo que es hecho. Por tanto, la única realidad del pecado, la enfermedad o la muerte es el hecho terrible de que las irrealidades parecen reales a la creencia humana que yerra, hasta que Dios las despoja de su disfraz” (pág. 472). Mientras se crea en una mentira, los supuestos efectos de esa mentira se manifestarán y podrán parecer muy reales.

Así fue como Mary Baker Eddy comprendió que la misión que Dios le había ordenado, de lograr que la gente estuviera más consciente del poder sanador práctico del Cristo, incluía el encargo de poner al descubierto las maneras y medios ocultos en que actúa el mal. Ella sabía que debía exponer el mal, y demostrar que es una mentira sin poder alguno, pero también debía mostrar la forma en que esta mentira del mal trataría de operar hasta su destrucción final.

Mediante el amor, el valor y la oración consagrada, la Sra. Eddy discernió que una de las mejores formas de desenmascarar los métodos del mal era dar al mal un nombre diferente. Este nuevo nombre para el mal designaría claramente que el mal es una mentira, pero también pondría al descubierto la manera en que sus mentiras producen una supuesta atracción en el pensamiento mortal. El nuevo nombre para la mentira del mal, o todas las creencias materiales erróneas, es magnetismo animal. Se relata que Mary Baker Eddy en una ocasión le dijo a un grupo de sus estudiantes: “Magnetismo animal es el nombre que Dios me dio para darles a ustedes por medio del cual tienen que manejar el error; abarca todo error;...” (We Knew Mary Baker Eddy, Expanded Edition, Volume II, p. 33).

Pero ¿por qué se define la mentira del mal como animal, y por qué se determina que la mentira del mal tiene un componente magnético? El magnetismo animal afirma que el hombre es material, está gobernado por fuerzas eléctricas e impulsos animales, y que debido a esto, ya sea por ignorancia o maldad, el hombre mortal puede ser impulsado y atraído como un imán para pensar y comportarse de formas totalmente contrarias a la verdadera naturaleza del hombre como la semejanza de Dios, la cual es totalmente buena. San Pablo describió en la Biblia exactamente este mismo fenómeno hipnótico o magnético, cuando dijo: “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago... Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí” (Romanos 7:19, 21).

Pablo estaba describiendo la sensación de ser apartado del bien y de la forma correcta de pensar, y de ser impulsado hacia la forma errada de pensar mediante lo que parecía ser una fuerza externa que él no podía controlar. Todo aquello que separaría nuestro pensamiento de nuestro deseo natural como el reflejo espiritual y bueno de Dios, como Dios nos hizo, es magnetismo animal.

En Ciencia y Salud, Mary Baker Eddy hace referencia al individuo a quien se le acredita haber presentado inicialmente el magnetismo animal a la atención del mundo: Franz Mesmer. Es interesante señalar que el término magnetismo animal más tarde tomó el epónimo de mesmerismo, el que con el tiempo se transformó en sinónimo de hipnotismo. Con aguda perspicacia espiritual, la Sra. Eddy usó la primera definición de Mesmer sobre el magnetismo animal para empezar a desenmascarar la forma en que la mentira del mal opera desapercibida. Al hablar de la teoría de Mesmer, Ciencia y Salud señala: “Sus proposiciones eran las siguientes:

‘Existe una influencia mutua entre los cuerpos celestes, la tierra y las cosas animadas. Los cuerpos animales son susceptibles a la influencia de este agente, que se disemina a través de la sustancia de los nervios’ ” (pág. 100).

La Ciencia Cristiana desenmascara el magnetismo animal al exponer lo que este pretende ser y cómo pretende actuar; explica que el magnetismo animal es simplemente un término para el error o la mentira del mal, y luego muestra cómo la Verdad divina lo aniquila. “Conociendo la pretensión del magnetismo animal, de que todo el mal se combina en la creencia de que hay vida, sustancia e inteligencia en la materia, la electricidad, la naturaleza animal y la vida orgánica, ¿quién negará que estos son los errores que la Verdad tiene que aniquilar y aniquilará?” (Ciencia y Salud, págs. 450–451).

La pretensión del magnetismo animal o la mentira del mal se basa en una premisa totalmente falsa. Está basada en la creencia de que el hombre es por naturaleza material, sensual y animal. ¡Nada podría estar más lejos de la verdad! El hombre hecho a imagen y semejanza de Dios es enteramente espiritual. Es santo, puro y bueno. Dado que, en realidad, el hombre de Dios no está hecho de materia o elementos materiales, no es un imán mediante el cual pueda operar el magnetismo animal. En él no hay animalidad que responda a las pretensiones del magnetismo animal. La espiritualidad perfecta del hombre espiritualmente perfecto impide la posibilidad de que siquiera una pizca de animalidad encuentre un lugar en el carácter o la constitución de los hijos de Dios. El magnetismo animal, la mentira del mal, solo nos atrae si somos engañados y aceptamos la creencia de que el hombre es material o animal. ¡Qué importante es, entonces, saber y afirmar la verdad acerca del hombre espiritual!

¿Qué podemos decir de la pretensión del magnetismo animal de que opera mediante fuerzas eléctricas que pueden causar el pecado, la enfermedad y la muerte? En Ciencia y Salud leemos lo siguiente: “La electricidad no es un fluido vital, sino la forma menos material de consciencia ilusoria, el vacío mental de la materia, que no forma eslabón alguno entre la materia y la Mente, y que se destruye a sí misma” (pág. 293). La Ciencia divina forma la conexión indestructible entre Dios y el hombre; la materia y la electricidad no forman parte de ella. Las corrientes eléctricas no forman parte del hombre espiritual; solo las saludables corrientes del Espíritu omnipotente dan vida al hombre de Dios. Toda fuerza es espiritual. Todo poder es la manifestación de la Mente divina, Dios, que gobierna inteligentemente todo el universo en perfecta armonía.

La Ciencia Cristiana explica que el magnetismo animal, la mentira del mal, no tiene fundamento, es tan solo una negación (véase Ciencia y Salud, pág. 102). La palabra negación significa la ausencia de algo. Eso es exactamente el mal; es la ausencia del bien, tal como la oscuridad es tan solo la ausencia de la luz. Sin embargo, el hecho es que el bien jamás está ausente. De manera que si el mal, el magnetismo animal, es la ausencia del bien, y el bien está por siempre presente, entonces el mal jamás está presente, nunca es real.

Al fin y al cabo, el mal es tan solo una mentira, está basado en mentiras, y esta torre de traición solo puede hacer una cosa: derrumbarse. Sin una máscara tras la cual ocultarse y sin ninguna verdad sobre la que afirmarse, el mal es inevitablemente sorbido por su propia ilusión. El magnetismo animal, basando sus pretensiones en la falsa creencia de que el hombre es material, jamás puede encontrar lugar alguno donde habitar en los hijos de Dios de pensamiento espiritualizado. El hombre semejante al Cristo jamás puede tener conexión alguna con el mal, y solo responde a la Palabra de Dios.

Aunque nadie haya realizado todavía la completa demostración de este hecho, con excepción de Cristo Jesús, se está probando de formas modestas, aunque muy significativas, a través de la práctica de la curación en la Ciencia Cristiana. Inevitablemente, el poder de la Verdad para vencer el error se irá conociendo mucho más ampliamente. Entonces, a medida que el mundo alcance un mayor reconocimiento de la habilidad que tiene el hombre para superar la mentira del mal con el poder omnipotente del bien, las palabras de la promesa de Cristo Jesús resonarán por toda la tierra: “He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará” (Lucas 10:19).

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Febrero de 2017.

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