Cuando su perra se perdió, Sofía y su familia se preocuparon y tuvieron miedo. Pero ella se calmó después de orar para saber que todos podemos escuchar la voz de Dios, incluso su perra, a la que encontraron poco después.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!