Faltaban unas semanas para la primera Navidad después del divorcio de mis padres. Estaba atemorizada por las fiestas. Mi papá vivía con otra mujer y sus seis hijos, y el plan era que lo visitáramos en Navidad. Mi madre estaría sola.
A medida que se acercaban las fiestas, me sentía deprimida y triste. Aunque cuando mi padre estaba con nosotros solíamos vivir con temor por su ira, él, no obstante, hacía que nuestra familia se sintiera segura y completa. La mañana de Navidad siempre había sido especial, con papá sentado con nosotros junto al árbol, repartiendo regalos. Pero ahora, el sentimiento de que como familia teníamos una relación muy estrecha había desaparecido.
Esto no significaba que nunca hubiera pensado sobre el verdadero significado de la Navidad. Pero esta Navidad, con la perspectiva de que me esperaban unas fiestas dolorosas y decepcionantes, me encontré recurriendo a Dios más que nunca antes para comprender de qué se trata la Navidad.
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