Durante varias semanas, este mensaje estuvo desplegado en grandes carteles que colgaban en muchos lugares aquí en Berlín. Pienso que tenía el propósito de atraer la atención de la gente al hecho de que ser un refugiado no es algo que la gente elige o espera ser. Generalmente es el triste resultado de haber escapado de circunstancias insoportables como son la guerra, los gobiernos corruptos o la persecución religiosa. Con mucha frecuencia, los refugiados temen por sus vidas y las de sus familiares, y han sido forzados a dejar atrás todas sus pertenencias, sus hogares y amigos, sus lugares de trabajo y sus países de origen.
En los últimos años hemos escuchado conmovedores relatos de lo que la gente ha tenido que hacer para escapar de dichas condiciones para encontrar seguridad y estabilidad. Por ejemplo, miles han soportado duras condiciones climáticas y constante privación al cruzar el Mediterráneo en barcas pequeñas e inadecuadas, en busca de un nuevo hogar.
Siempre que escucho estas historias, anhelo sentir paz y que se encuentre una solución a esta continua crisis humanitaria alrededor del mundo. Entonces me vienen al pensamiento estas palabras del Himnario de la Ciencia Cristiana, que me reconfortan mucho:
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