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Original Web

Sana de herpes

Del número de diciembre de 2018 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 18 de octubre de 2018 como original para la Web.


Es con profundo agradecimiento que quiero compartir este testimonio acerca de una curación de herpes zoster completa y permanente obtenida sólo por medio de la oración.

Un verano, mi esposo y yo estábamos viajando hacia el oeste desde Michigan hasta Colorado, cuando comencé a experimentar los dolorosos síntomas de una erupción en un lado de mi cuero cabelludo y frente. Participé con entusiasmo en las actividades que estábamos haciendo, como rafting en aguas rápidas, cabalgatas, caminatas y ciclismo, pero la incomodidad y el dolor aumentaron.

Cuando la erupción se extendió alrededor de mi ojo derecho, mi esposo, que era médico desde hacía 41 años, diagnosticó la afección como herpes zoster. Le pedí que orara conmigo, y en ese momento se sentó junto a mí a leer la Lección Bíblica de la Ciencia Cristiana de esa semana. Habíamos participado en una acampada familiar en un campamento para Científicos Cristianos, donde él había asistido a algunos de los grupos de estudio de la Lección Bíblica, donde fue recibido con mucho afecto e incluido en todas las charlas. Había sentido una paz y amor genuinos por parte del personal y los participantes, y de buena gana se unió a mí en consagrada oración. 

También llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana. Ella me recordó que no existe una causa fundamental para la enfermedad; que la Mente, Dios, es el único impulso. Dijo que, así como la electricidad es conducida desde una fuente, tanto la transmisión como los mensajes verdaderos tienen una fuente: Dios, y solo Dios. En la Lección Bíblica de esa semana, estaba este pasaje de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy: “Las ideas inmortales, puras, perfectas y perdurables, son transmitidas por la Mente divina mediante la Ciencia divina, la cual corrige el error con la verdad y exige pensamientos espirituales, conceptos divinos, a fin de que ellos produzcan resultados armoniosos” (pág. 259). 

Fue interesante pensar en los verbos transmitir, causar y pasar, en el contexto de la Lección que mi esposo y yo estábamos leyendo juntos. Mi esposo me había explicado brevemente cómo la medicina occidental explica la transmisión del herpes. Oré para entender que la única transmisión o comunicación era directamente de Dios al hombre, ¡incluyéndome a mí! Y que Dios no envía enfermedades. Todo en mí es inocente, puro, no sentenciado por un virus. 

Una vez, cuando Cristo Jesús y sus discípulos se encontraron con un hombre ciego, los discípulos preguntaron: “¿Quién pecó, éste o sus padres?” Querían encontrar una razón para esta condición. La respuesta de Jesús fue que ninguno de ellos había pecado, “sino para que las obras de Dios se manifiesten en él”, y luego procedió a sanar al hombre (véase Juan 9:1-7).

Vi que esta manifestación de la gloria de Dios era tan posible para mí como lo fue hace dos mil años. Ciencia y Salud señaló el camino: “El Científico Cristiano, al comprender científicamente que todo es Mente, comienza con la causalidad mental, la verdad del ser, a destruir el error. Este correctivo es un alterante que llega a todas las partes del organismo humano” (pág. 423). 

Después de un par de horas de leer, orar y hablar juntos, mi esposo y yo nos quedamos dormidos. A la mañana siguiente, mi esposo declaró: “¡Estás curada!” Aunque los síntomas todavía estaban presentes, era obvio para los dos que la condición de la piel había dejado de esparcirse y se había secado. 

Llamé a la practicista de nuevo y ella me recordó que el Cristo, la Verdad, me ayuda a verme a mí misma solo como una idea espiritual, no como un mortal carnal. En los días siguientes, cuando los últimos vestigios de dolor y lastimaduras desaparecían, canté con alegría estas líneas de un poema de la Sra. Eddy, al que también se le ha puesto música en el Himnario de la Ciencia Cristiana:

A Cristo veo caminar,
venir a mí
por sobre el torvo y fiero mar;
su voz oí.
  (N° 253)

Estoy realmente agradecida por esta curación, por la atenta dedicación y oración de la practicista, y por el apoyo que mi esposo brindó al enfoque mediante la oración que enseña la Ciencia Cristiana.

Jennifer Hebert
Petoskey, Michigan, EE.UU.

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