Me encanta saber que los “ángeles” son una hermosa realidad, cosa que he discernido en muchas ocasiones en mi vida, incluso en una de urgente necesidad. Para mí, los ángeles son mensajes de Dios. De hecho, la palabra griega aggelos, o angelos, significa mensajero. Ellos llegan como amigos confiables, no en una forma visible y poco definida, sino como intuiciones silenciosas pero claras.
Los pensamientos angelicales abundan y son ayudantes eficaces y sustanciales. Parte de la definición espiritual de ángeles, que da Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, es: “Pensamientos de Dios que pasan al hombre; intuiciones espirituales, puras y perfectas” (pág. 581). (Véase también el artículo “Ángeles”, por la Sra. Eddy, en Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 306-307). He aquí cómo uno de ellos vino en mi ayuda.
El año pasado, en la primavera, hicimos un viaje muy lindo a California. Mi esposa y su padre habían asistido a la reunión de asociación de estudiantes de la Ciencia Cristiana, una reunión anual de alumnos que han recibido instrucción en esta Ciencia con el mismo maestro, y ese día yo había explorado un bosque de secuoyas. Después, tuvimos tiempo para disfrutar juntos de un paisaje impresionante. Aparte de disfrutar de estar juntos, todos teníamos en común el amor por Dios y por las enseñanzas de la Biblia como las ilumina la Ciencia Cristiana.
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