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Original Web

Un ángel en el aeropuerto

Del número de diciembre de 2018 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 4 de octubre de 2018 como original para la Web.


Me encanta saber que los “ángeles” son una hermosa realidad, cosa que he discernido en muchas ocasiones en mi vida, incluso en una de urgente necesidad. Para mí, los ángeles son mensajes de Dios. De hecho, la palabra griega aggelos, o angelos, significa mensajero. Ellos llegan como amigos confiables, no en una forma visible y poco definida, sino como intuiciones silenciosas pero claras.

Los pensamientos angelicales abundan y son ayudantes eficaces y sustanciales. Parte de la definición espiritual de ángeles, que da Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, es: “Pensamientos de Dios que pasan al hombre; intuiciones espirituales, puras y perfectas” (pág. 581). (Véase también el artículo “Ángeles”, por la Sra. Eddy, en Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 306-307). He aquí cómo uno de ellos vino en mi ayuda.

El año pasado, en la primavera, hicimos un viaje muy lindo a California. Mi esposa y su padre habían asistido a la reunión de asociación de estudiantes de la Ciencia Cristiana, una reunión anual de alumnos que han recibido instrucción en esta Ciencia con el mismo maestro, y ese día yo había explorado un bosque de secuoyas. Después, tuvimos tiempo para disfrutar juntos de un paisaje impresionante. Aparte de disfrutar de estar juntos, todos teníamos en común el amor por Dios y por las enseñanzas de la Biblia como las ilumina la Ciencia Cristiana.

En el viaje de regreso, tuvimos un vuelo de conexión. Estábamos recorriendo la larga distancia entre las puertas de embarque, cuando de pronto sentí un intenso dolor en el abdomen. Llevaba dos equipajes de mano pesados y quería detenerme, pero no había un lugar conveniente donde hacerlo, así que le dije a mi esposa lo que pasaba y seguí adelante. Lo primero que pensé fue: “¿Habrá sido algo que comí?”. Entonces me di cuenta de que la forma más rápida de resolver el problema no era mediante el razonamiento material, sino por medio del tratamiento en la Ciencia Cristiana, así que empecé a orar como me han enseñado en esta Ciencia. Afirmé lo que entendía que era verdadero acerca de Dios y del hombre hecho a Su imagen y semejanza. Negué la sugestión agresiva de que la enfermedad es una realidad, lo cual sabía bien que no estaba de acuerdo con la creación armoniosa de Dios. Recordé lo que está escrito en Génesis 1:26-31, incluso que todo lo que Dios hizo es muy bueno.

Finalmente, llegamos a la sala de estar cerca de nuestra puerta de embarque y nos sentamos. Mis compañeros se levantaron para ir a comprar comida y me preguntaron si quería comer algo. Les respondí que en aquel momento en lo que menos estaba pensando era en la comida, ya que todavía me sentía muy mal. Al sentarme, oré un poco más. Esta vez, sencillamente pensé: “He afirmado la verdad acerca de Dios y el hombre tan claramente como la comprendo. En vista de lo cual he negado la sugestión mental agresiva de enfermedad, y ¡ahora puedo mantenerme seguro sobre esta roca de la Verdad!” Así fue como afirmé con sencillez la verdad espiritual. A continuación, me vino claramente al pensamiento este mensaje: “¡Haré que tus pies sean como de ciervas!” Esta es una paráfrasis de un versículo del Antiguo Testamento: “Quien hace mis pies como de ciervas, y me hace estar firme sobre mis alturas” (Salmos 18:33).

El mensaje era muy claro y reconfortante. Comprendí que la verdad acerca de Dios y Su creación es confiable, inalterable y sólida como una roca. La palabra roca a veces se usa en el Antiguo Testamento como una metáfora de Dios. Confiar en Dios brinda un sólido fundamento sobre el cual mantenerse firme, lo que nos permite encontrar alivio y un refugio contra el temor y la evidencia de enfermedad y peligro.

Me di cuenta de que había experimentado el ministerio de un ángel, una idea de Dios.

Al instante sentí que el temor y la enfermedad desaparecían. Los cólicos se fueron, mi fuerza y alegría regresaron, y momentos después, estaba en el mostrador haciendo mi pedido para el almuerzo. Me di cuenta de que había experimentado el ministerio de un ángel, una idea de Dios. Agradecí también porque sabía que mi esposa y mi suegro se habían estado aferrando a la verdad espiritual para apoyar la curación. Terminamos de almorzar justo a tiempo para hacer la fila y abordar nuestro avión, y el resto del viaje —el más largo de los dos tramos— fue muy armonioso.

Decir que me sentí agradecido por una curación tan rápida y definitiva es quedarse corto, porque con cada curación que he tenido, he descubierto que las poderosas lecciones que contribuyen a ellas son una razón aun más grande para regocijarse. Estas son las lecciones que surgen cuando la oración cristianamente científica, por medio del poder de Dios, separa la realidad de la ilusión en nuestro pensamiento. Estas lecciones son la verdadera riqueza que se acumula en nuestros “graneros” espirituales.   

Mediante esta experiencia, percibí más claramente que los ángeles son reales y tangibles. Estas ideas nos vienen con prontitud, y en el momento preciso en que las necesitamos, cuando somos receptivos a ellas. Al recibir el mensaje angelical que trajo la curación, no hubo ninguna protesta de mi parte, ninguna réplica. Simplemente sentí en el corazón la inconfundible influencia espiritual que transformó mi experiencia humana. Diría que en aquel momento experimenté el poder infinito de la Verdad divina que no conoce oposición alguna, y lo que parecía ser una desarmonía tangible se disolvió en la nada.

Así mismo, comprendí que el tiempo no es de ninguna manera el poderoso dictador de la vida humana que parece ser. De hecho, la aparente tiranía del tiempo se desvanece por su irrelevancia cuando demostramos la Verdad divina, que es el Amor. Los ángeles están siempre a nuestro alcance, y ¡disuelven toda sensación de tiempo! Esto fue evidente en mi rápida curación, y en nuestro armonioso regreso a casa sin tropiezo alguno. 

Comprendí más claramente que la Verdad está siempre presente y es todopoderosa; no obstante, necesita que la aceptemos a fin de traerla a nuestra experiencia. La Verdad, junto con sus mensajes angelicales, siempre está disponible en nuestra puerta mental. Está siempre allí para corregir, sanar y restaurar.

Si nuestras oraciones para sanar parecen simples palabras contra una montaña de sufrimiento o dolor, podemos saber que, conforme a lo que hemos aprendido mediante el estudio de la Biblia a la luz de la Ciencia Cristiana, estas palabras son verdaderas, y que estamos permitiendo la entrada al poder de la Verdad y las ideas angelicales. Y esa ayuda y apoyo están siempre a la mano, sin importar donde estemos —ya sea que estemos solos o nos esté ayudando un ser querido o una persona completamente extraña— porque la ayuda apropiada siempre tiene su origen y su impulso en Dios, el creador de todos nosotros, y Dios y Sus mensajes angelicales nunca están ausentes. 

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