El gimnasio al que voy tiene mensajes positivos publicados en todas las paredes, pinturas alegres e iluminación brillante; pero recientemente aprendí lo más importante, ¡que está lleno de paz! Pared a pared, del techo al piso.
Así es como lo vi.
Después de vivir 25 años en la misma casa, mi esposo y yo nos mudamos a una parte diferente de nuestra ciudad. Desde el primer día me encantó nuestro hogar, los vecinos, el jardín... todo. Dios me ha ayudado a ver la bondad —las expresiones de Su creación perfecta— a mi alrededor, y a reconocer esta bondad como la única verdad real y duradera.
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