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Original Web

PARA NIÑOS

Nada que temer

Del número de agosto de 2018 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 18 de junio de 2018 como original para la Web.


A Michael le encantaban sus cuentos antes de dormir. Una noche antes de acostarse, su mamá le leyó un viejo cuento popular irlandés. Hablaba de un duende que vivía en un armario debajo de las escaleras en la casa de una familia. Partes de la historia eran tontas y divertidas, pero otras partes daban un poco de miedo.

Esa noche, cuando la mamá de Michael lo arropó en la cama, él estaba seguro de que había un duende debajo de sus escaleras. Su madre le aseguró que no existía tal cosa, que los duendes no eran reales. Alguien había creado esa historia, al igual que muchas de las otras historias que habían leído juntos. 

Michael no estaba tan seguro. Entonces su mamá le recordó lo que había aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana: el amor de Dios lo rodeaba por completo y estaba siempre con él. Día y noche, el amor de Dios estaba allí, manteniéndolo a salvo. Pero Michael, no obstante, quería que su madre se acostara a su lado hasta que se durmiera, y ella así lo hizo.

La noche siguiente, Michael todavía estaba preocupado por los duendes. De nuevo le pidió a su mamá que se acostara a su lado mientras él se quedaba dormido. Ella le dijo que lo sentía, pero que esa noche estaba ocupada con otras cosas.

Fue entonces cuando Michael tuvo otra idea. Había aprendido que siempre podía recurrir a Dios en oración cuando tenía una necesidad.

Él le pidió: “Mami, por favor, dime cuatro cosas sobre Dios”.

Escuchó mientras ella le recordaba esas cuatro cosas: Dios es el bien, te guía, te guarda ¡y te gobierna!

Luego agregó: “Dime tres más, por favor”.

La mamá de Michael le preguntó a Dios qué podía compartir con Michael para ayudarlo. Ella pensó en las palabras de Cristo Jesús, “No temáis” (Mateo 14:27). Y le recordó algo más que había aprendido en la Escuela Dominical: ¡que Dios está aquí, allá y en todas partes! Puesto que el amor de Dios llena todo el espacio, no hay nada que temer.

Esto ayudó tanto a Michael que rápidamente se durmió. Después de eso, ya no tenía miedo de los duendes. Y lo mejor de todo es que aprendió que el amor de Dios quita el temor. ¡Siempre!

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