Durante el verano, trabajé entrenándome como consejera en un campamento para Científicos Cristianos. Durante la primera sesión, parecía que había un virus estomacal, y yo era una de las personas que lo tenían.
Además de no sentirme bien, estaba muy preocupada de no poder estar con mis campistas en su caminata de tres días.
El practicista de la Ciencia Cristiana en el campamento estaba orando por mí. Un día, mientras estábamos sentados conversando, él dijo: “Tú eres un pato”.
Mi primer pensamiento fue: ¿Qué soy un qué?
El practicista continuó diciendo que esto era una analogía, porque los patos tienen un aceite en sus plumas que les permite a las mismas repeler el agua. Explicó que, de manera similar, mi identidad espiritual “repele” cualquier cosa que no provenga de Dios. El hecho de que soy espiritual significa que nada puede tocarme o dañarme.
También vimos la definición de aceite en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy: “Consagración; caridad; dulzura; oración; inspiración celestial” (pág. 592). Pude ver que cualidades como la caridad y la dulzura son parte de mi naturaleza espiritual y son mi defensa contra las sugestiones de enfermedad.
Con ese reconocimiento, pronto estuve completamente bien, y más tarde ese día pude volver a unirme a mi programa y participar en la caminata de tres días sin problemas. Desde entonces, cada vez que necesito recordar la forma en que Dios me creó, siempre pienso con una sonrisa: “Soy un pato”.
