Durante el verano, trabajé entrenándome como consejera en un campamento para Científicos Cristianos. Durante la primera sesión, parecía que había un virus estomacal, y yo era una de las personas que lo tenían.
Además de no sentirme bien, estaba muy preocupada de no poder estar con mis campistas en su caminata de tres días.
El practicista de la Ciencia Cristiana en el campamento estaba orando por mí. Un día, mientras estábamos sentados conversando, él dijo: “Tú eres un pato”.
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