Hace unos años, comenzó a desarrollarse un crecimiento muy doloroso y rígido en la articulación de uno de mis dedos, desfigurándolo y doblándolo hacia un lado.
Al principio, comenzaron a venirme pensamientos que sugerían que eso era inevitable debido a la edad, tales como: “Bueno, estás en una edad en que aparecen cosas así y debes esperar que ocurra esto”. También: “Los años no vienen solos”, una expresión muy conocida.
Pero yo he aprendido algo muy diferente en la Ciencia Cristiana. Hace muchos años cuando comencé a estudiar sus enseñanzas, las mismas me presentaron a Dios como todopoderoso y eterno, y al hombre (es decir, todos los hombres y mujeres) como el reflejo o idea de Dios, con una identidad totalmente espiritual que no es tocada por el tiempo o la edad. Fue extraordinario descubrir que Dios no es solo nuestro Padre y Madre, sino que nosotros somos uno con Él. En otras palabras, somos inseparables como Padre-Madre e hijo, coexistentes como la Mente divina e idea, en perfecta armonía, en todo sentido y para siempre.
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