Últimamente, he estado orando constantemente por la armonía y la paz en la tierra. Mi continua oración es para comprender más plenamente que Dios es bueno y que Su ley de armonía y paz está siempre presente y gobierna a toda la humanidad. Algunos tal vez piensen que esa oración es inútil y nada práctica, dadas las profundas divisiones y desuniones que parecen prevalecer tanto entre la gente como en las naciones. Es como si escucháramos hablar mucho más acerca de la desconfianza y la discordia, y los conflictos resultantes, que de la presencia de la armonía como la que prometió Cristo Jesús cuando dijo: “El reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17).
Confiando en que las enseñanzas de Jesús no eran solo para su época, sino para todos los tiempos, recurrí a la Biblia y a la Ciencia Cristiana, la Ciencia del Cristo, para que me guiara en mi oración por el mundo. Al considerar la declaración de Jesús sobre el reino de los cielos, me resultó útil la descripción de cielo que hace Mary Baker Eddy en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras. Ella lo describe en parte como “armonía; el reino del Espíritu; gobierno por el Principio divino” (pág. 587).
Si bien esta definición espiritual ha sido muy reconfortante para mí, me he sentido en conflicto con esta pregunta: “¿Cómo podemos percibir la presencia de la paz y la armonía —el reino de los cielos, o el gobierno por el Principio divino, Dios— cuando los efectos de la división y la desunión, particularmente en la política, parecen tan reales y agresivos?”. Me di cuenta de que la pregunta me obsesionaba a tal grado, que me resultaba difícil confiar en la verdad de ese “gobierno por el Principio divino”, en el que Dios gobierna a Su creación armoniosamente.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!