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Original Web

Desaparecieron los síntomas de gripe y resfrío

Del número de octubre de 2019 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 23 de julio de 2019 como original para la Web.


Un día, me desperté con algunos síntomas de resfrío o gripe. Más tarde en la mañana me sentí muy enfermo y deseaba aliviarme. 

A lo largo de los años he escuchado y leído relatos de curación por medio de la Ciencia Cristiana en los cuales el testificante tomó consciencia de uno o más mensajes angelicales que parecían ser como “escuchar la voz de Dios”. En las semanas anteriores a tener esos síntomas, había estado orando para estar más alerta y poder escuchar esos mensajes yo mismo.

Un amigo en una ocasión me preguntó si yo creía en los ángeles, y le dije que sí. En Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, Mary Baker Eddy explica que los ángeles son “Pensamientos de Dios que pasan al hombre; intuiciones espirituales, puras y perfectas; la inspiración de la bondad, la pureza y la inmortalidad, contrarrestando todo mal, toda sensualidad y mortalidad” (pág. 581). Y eso era ciertamente lo que sentía que necesitaba. Con eso en mente, me senté a orar y a escuchar lo que Dios quería que yo supiera.

Muy pronto, las palabras tren de carga me vinieron a la mente. Había tenido algunas dificultades para concentrarme al orar, y me sentí consternado cuando me vinieron esas palabras. Mi reacción inmediata fue que debía dejar de distraerme y volver a escuchar a Dios; tenía la seguridad de que, por ser Espíritu, Él no me haría pensar en trenes de carga.

Pero entonces pensé: “Pedí que me guiara, y esto es lo que me vino al pensamiento. Así que, ¿por qué no me detengo a pensar en esto por un momento?”. Unos días antes, me había impresionado mucho escuchar una interpretación excepcional de la vieja canción popular de Elizabeth Cotten “Freight Train” (Tren de carga). Pensé que si esto debía ser algo importante para mí en ese momento, era que la enfermedad debía irse, y rápido, tal como un tren de carga, para que ni siquiera se pensara a dónde se había ido.

Me di cuenta de que esta enfermedad no era otra cosa más que una pretensión falsa de que Dios, el Amor divino, no tenía el control y que yo estaba a merced de las creencias comunes sobre las enfermedades y contagios estacionales. Y sabía que esa pretensión no podía tener nada que ver conmigo como el reflejo espiritual y perfecto de Dios. Comencé a sentirme mejor rápidamente, y más tarde en el día todos los síntomas habían desaparecido. 

Entonces, ¿quiere decir esto que Dios manda mensajes sobre los trenes de carga? Probablemente no. ¿Entonces qué ocurrió exactamente? Al estar dispuesto a escuchar con humildad, pude percibir mi verdadera identidad y el amor inquebrantable de Dios por mí. Yo sabía que era, en realidad, puro, sano y libre. Ciertamente, comprender esta verdad de la existencia fue escuchar la voz de Dios, y sané.

Peter Vaughan
Simcoe, Ontario, Canadá

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