La siguiente es una transcripción revisada de un reciente Watch postcast del Sentinel, publicado en JSH-Online.com, que también fue traducido al español para este número de El Heraldo.Nuestro invitado, Marc Schwartz, habló con Rita Polatin, del Sentinel, sobre cómo su negocio fue gravemente afectado por la recesión de 2008, cuando su deuda era abrumadora. No obstante, a pesar de ese momento tan sombrío, él sabía que había una salida debido a la ley de abundancia de Dios. Al recurrir a Él en oración, Marc fue guiado y pudo salir de la deuda y volver a un negocio que era financieramente sólido y floreciente. Aquí, Marc comparte cómo desarrollar y cultivar los recursos espirituales que Dios nos da y que jamás se agotan.
Marc, sé que tu negocio pasó por momentos muy difíciles, pero tu comprensión de la ley de abundancia de Dios te ayudó a superarlos. ¿Podrías contarnos un poco sobre tu negocio y lo que ocurrió?
Soy propietario de una pequeña empresa de servicios de computación que ofrece apoyo continuo y desarrollo de proyectos a negocios medianos y pequeños. En la crisis económica de 2008–2009, mi empresa sufrió algunos contratiempos que para 2012 se habían transformado en una deuda monstruosa para mí, incluso me había retrasado en pagar los impuestos sobre la nómina a la Oficina de Impuestos sobre la Renta. La deuda era de más de un millón de dólares. Para mí la situación era muy grave. Sin embargo, lo que voy a compartir hoy no solo es el testimonio de la completa resolución de esa situación, sino también una transformación del carácter y de la actitud, que en muchos sentidos fue aún más importante.
Cuéntanos desde el principio y dinos qué hiciste cuando descubriste el monto de tu deuda.
Había estado orando por el negocio, pero decidí llamar a una practicista de la Ciencia Cristiana para pedirle ayuda. Recuerdo que me dijo muy claramente que la provisión que Dios tenía para mí era como el agua sobre las cataratas del Niágara, es decir, abrumadoramente abundante. Y recuerdo que pensé que tal vez no le había explicado con claridad mi situación. En aquel momento, yo no podía de ninguna manera comprender la noción de que hubiera algo tan abundante como el agua sobre el Niágara. No obstante, el efecto del tratamiento de la practicista fue inmediato, y el negocio dejó de perder dinero. Pudimos comenzar a hacer los depósitos de la nómina a su debido tiempo. Y a partir de ese día, el negocio nunca volvió a perder dinero.
¿Dices que este cambio se debió a las oraciones de la practicista? ¿Qué sabía ella que te capacitó para tener un cambio así en la empresa?
La forma tan inmediata de dejar de perder dinero procedió indudablemente de sus oraciones y su comprensión de que la provisión viene al hombre directamente de Dios. Recibimos todo el bien de Él en forma de ideas espirituales que responden a nuestras necesidades. En ese bien no hay escasez alguna. Es una fuente abundante que fluye eternamente de Dios.
Y por ser la imagen y semejanza espiritual de Dios —por ser como Él— tenemos todo lo que Dios da.
Así es. Y como dice Mary Baker Eddy: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 494).
¿Qué ocurrió a partir de ese momento?
Yo estaba agradecido por el progreso, pero necesitaba madurar hasta llegar a tener una percepción mucho más grande de la plenitud, y tomé consciencia de dos puntos principales sobre los que podía trabajar. Tenía que ser humilde y honesto y no tener en cuenta que los acreedores estaban haciendo declaraciones falsas sobre las circunstancias. Además, debía estar agradecido por todo el bien que estaba viendo. Lo que aprendí especialmente sobre la gratitud es que realmente ayuda a ampliar el bien que se está manifestando.
Es decir, impide que te centres simplemente en el problema y, en cambio, hace que realmente te vuelvas a Dios, la fuente de todo el bien. Cuéntanos acerca de las metas que lograste y algunas de esas lecciones que estabas aprendiendo a lo largo del camino.
Me di cuenta de que siempre se destacaban frases conmovedoras de la Biblia y los escritos de Mary Baker Eddy que abrían el camino. Y comprendí que muchas de ellas eran “mensajes angelicales”. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud que los ángeles son “Pensamientos de Dios que pasan al hombre; …” (pág. 581). Uno de esos pensamientos que me vino era de Ciencia y Salud, y dice: “…ningún bien existe, sino el bien que Dios concede” (pág. 275). La declaración completa es la siguiente: “Ninguna sabiduría es sabia, sino Su sabiduría; ninguna verdad es verdadera, ningún amor es amoroso, ninguna vida es Vida, sino los que son divinos; ningún bien existe, sino el bien que Dios concede”.
Un día, al llegar al trabajo, vi que necesitaba decenas de miles de dólares para pagar la nómina y algunas otras cuentas, y yo sabía que tenía menos de mil en el banco. Esta aparente escasez me recordó una historia de la Biblia, cuando Jesús solo tenía dos peces y cinco panes, y sin embargo, alimentó a las multitudes. Recuerdo muy claramente que dejé de realizar todas las actividades que acostumbraba a hacer, como, por ejemplo, efectuar llamadas para reclamar el dinero que nos debían. Simplemente me detuve y oré, y recordé esa frase: “ningún bien existe, sino el bien que Dios concede”. Así que pensé un poco en eso.
Me di cuenta de que teníamos un cliente que necesitaba ayuda para actualizar el sistema de contabilidad de su compañía. Mi empresa nunca antes había hecho ese tipo de trabajo. Pero me acordé de que hacía un mes había obtenido el nombre de alguien que sí sabía hacer esa actualización. De modo que hice otra llamada telefónica, y en 15 minutos tenía la información que necesitaba para hacerle una propuesta al cliente. Cuando le devolví la llamada, el cliente se puso muy contento. Dijo que justo aquella mañana se había dado cuenta de que no podrían hacer el pago de la nómina si no hacían esa actualización. Me ofreció tener un cheque listo para mí antes del mediodía. El cheque junto con lo que todavía tenía en el banco fue la suma exacta que necesitaba para pagar las cuentas ese día, y hubo algunas “sobras”. Pagué todas las cuentas pendientes a tiempo. Y le agradecí a Dios profundamente.
Eso fue claramente el amor, la abundancia y la acción de Dios. ¿Cuáles fueron algunas de las otras verdades que estabas aprendiendo que tuvieron realmente resultados prácticos como este?
Sentí algo como esto: “está bien, has superado esa emergencia. Ahora las cosas van a volver a ser como antes”. Y pensé que, si vendía la empresa por lo que pudiera conseguir, entonces la Oficina de Impuestos vería que no tenía otra opción más que liquidar el saldo, y yo calificaría para presentar quiebra. Ese era mi plan. Ciertamente era una forma muy equivocada de comportarme. Sin embargo, dos meses después acepté un depósito para la venta del negocio. No me sorprendió que ese acuerdo se diluyera en pocas semanas.
No obstante, cuando fracasó, reconocí lo que había aprendido. Había progresado. Y si bien esto puede parecer muy desalentador, me mantuve firme en que “ningún bien existe, sino el bien que Dios concede”. En aquella época, la Junta Directiva de la Ciencia Cristiana de La Iglesia Madre había invitado a los miembros a estudiar el mensaje de Mary Baker Eddy llamado “ ‘Escoged’ ”, en La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea. En este mensaje hay una frase similar a “ningún bien existe, sino el bien que Dios concede”, que dice: “Totalmente separada de este sueño mortal, de esta ilusión y engaño de los sentidos, viene la Ciencia Cristiana a revelar que el hombre es la imagen de Dios, Su idea, coexistente con Él; Dios dándolo todo y el hombre poseyendo todo lo que Dios da” (pág. 5). Aprecié especialmente la idea de “Dios dándolo todo y el hombre poseyendo todo lo que Dios da”.
De manera que el siguiente paso era reunirme con la Oficina de Impuestos. Pero mi abogado quería miles de dólares para acompañarme a la reunión y yo no los tenía. Así que tuve que ir solo, y pensar en esto me intimidaba mucho. La agente con quien me reuní estaba bastante enojada conmigo por la situación y debido a una carta que mi abogado había escrito el año anterior, y empezó a hablarme con exasperación de un código de impuestos que apenas pude entender. Pero entonces, aun con ese mismo tono irritado de voz, ella dijo: “No sé de qué sirve evaluar ese otro impuesto, ya que de todas formas no vamos a cobrarlo”. Básicamente, quería decir que estaban reduciendo mi deuda a la mitad. Me sorprendí mucho, pues varios asesores de impuestos habían dicho que ese tipo de cosas no ocurre con la Oficina de Impuestos. Ese pasaje de “Escoged” realmente me sostuvo durante la reunión y salí de ella con un sentimiento mucho más fuerte de libertad, de liberación.
Y eso es realmente progreso para ti y para el negocio. En ese momento, ¿comenzaste a pensar que tal vez vender el negocio no era lo mejor; que no era lo que Dios había planeado para ti?
Debido a este progreso, yo estaba reconociendo mucho más que no es cuestión de hacer lo que yo quiero, sino de escuchar lo que la dirección de Dios tiene para decir al respecto. Para entonces, era sumamente claro para mí que no se haría lo que yo tenía planeado. Yo ya no iba a hacer llamadas telefónicas para tratar de conseguir más negocios o usar mi propia creatividad humana para encontrar nuevas oportunidades de ventas.
Muy poco después, sonó el teléfono y era un antiguo cliente con quien hacía siete años que no hablaba. Él dijo: “No sé si me recuerda, pero usted nos ayudó hace años”. La oportunidad que él presentó resultó en un nuevo negocio para nosotros. El teléfono entonces sonó cada semana durante el resto del año con nuevas oportunidades, sin que yo hubiera buscado ninguna de ellas.
Así que cuando dejaste de delinear y planear como acostumbrabas a hacer, y te esforzaste por realmente escuchar a Dios, te llegaron las oportunidades.
Correcto. Recuerdo que estaba sentado en mi escritorio y pensé: “Estas oportunidades no solo son sustanciales, sino que también han venido con la capacidad para efectuarlas”. No necesitaba hacer crecer el negocio. No tenía que contratar empleados. Estas eran tareas que yo podía hacer fácilmente con algunos contratistas con los que había estado trabajando. Pero también me pregunté cómo podía reconciliar la forma en que opera normalmente la empresa —al tener presupuestos y ventas y carteras de clientes— con este nuevo concepto tan diferente de un negocio, donde el teléfono simplemente suena y surgen oportunidades. Fue entonces que me vino la frase “enteramente separada”.
La frase viene de este pasaje de Ciencia y Salud: “Enteramente separada de la creencia y el sueño de la vida material, está la Vida divina, revelando la comprensión espiritual y la consciencia del señorío del hombre sobre toda la tierra” (pág. 14). Eso era lo que me estaba diciendo; que es totalmente diferente operar una empresa desde el sentido espiritual de lo que te viene a ti, a salir y tratar de hacer negocios desde un punto de vista material. Y lo que me estaba viniendo a mí y a mi empresa provenía de Dios.
Así que realmente estás hablando de la realidad espiritual, no el punto de vista material y mortal acerca de la vida con todas esas limitaciones y variantes. Es la vida que Jesús vino a mostrarnos que existe.
Definitivamente. El teléfono sonaba y recibíamos nuevos y buenos negocios, y la empresa se expandió al punto de que pude pagar todas las deudas que tenía pendientes. No es de sorprender que esta actividad me haya hecho pensar en la frase, “Lo que bendice a uno bendice a todos”.
Cuéntanos más sobre eso.
La Sra. Eddy escribe: “En la relación científica entre Dios y el hombre, encontramos que todo lo que bendice a uno bendice a todos, como lo mostró Jesús con los panes y los peces, por ser el Espíritu, no la materia, la fuente de provisión” (Ciencia y Salud, pág. 206).
Eso era lo que estabas viendo.
Eso era lo que estaba viendo. Como dije antes, tenía menos de mil dólares y necesitaba decenas de miles. Estaba viendo que es el Espíritu, no la materia, la fuente de provisión.
A mí también me gusta la primera parte de esa cita que dice “En la relación científica entre Dios y el hombre”. Esto no es casualidad. Es científico y, por lo tanto, es algo que todos pueden aprovechar. Cuéntanos más acerca de la Ciencia a la que te refieres con eso.
En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy nos da una definición de Dios, e incluye sinónimos para Dios, uno de los cuales es Mente. La Mente divina me estaba mostrando el camino. A cada paso estaba descubriendo cosas acerca de las leyes sobre los impuestos que ni mi muy experimentado y calificado abogado de impuestos ni el contador habían notado.
Es algo demasiado complicado como para hablar sobre eso aquí, pero esencialmente estaba la posibilidad de que el temor, inicialmente, me hiciera pensar que todo ese bien que se estaba manifestando pudiera crear un conflicto con la Oficina de Impuestos, porque ahora habría nuevas entradas que pagarían impuestos y podrían considerar nuevamente la antigua deuda pendiente. Pero hay leyes de impuestos vigentes que me protegieron de eso. Es mucho más complicado que decir simplemente: “Sí, claro, tuviste pérdidas en el pasado que podrías aplicar”. Es cierto. Pero era mucho más profundo que eso. Dios me estaba dando las respuestas, y yo podía hablar con el abogado y demostrar una comprensión de estas leyes sobre los impuestos. Así que, estas nuevas ideas que me venían estaban guiando el camino. Y eso era muy conmovedor para mí.
Te estaban siendo reveladas.
Sí. Y es realmente importante identificar que era Dios, no yo. Él me estaba mostrando lo que se necesitaba hacer.
Si pudieras resumir las lecciones que has estado aprendiendo, ¿cuáles serían?
La Sra. Eddy dice: “Sintamos la energía divina del Espíritu, que nos lleva a renovación de vida…” (Ciencia y Salud, pág. 249). Y eso tiene que ser genuino. Nos volvemos realmente al Espíritu en lugar de a la materia para que nos eleve y nos aparte de las circunstancias difíciles. También he visto la necesidad de profundizar mi comprensión de la gratitud. “Riqueza es gratitud”, dice el Himno 249 del Himnario de la Ciencia Cristiana (Vivian Burnett), y nunca se recalca lo suficiente la importancia de la gratitud. Estar agradecido ayudó a mostrarme cuán enorme y abundante es la provisión, como estuvimos hablando hoy. Creo que el Himno 342 nos brinda un buen sentido de la importancia de la gratitud. La primera estrofa dice:
Este es el día que hizo Dios;
las gracias da, feliz;
ante Él acude sin temor,
Sus obras a aplaudir.
Del cielo viene todo don
y bendiciones mil;
lo grande del amor de Dios
por ellas conocí.
(Laura Lee Randall, © CSBD)
Eso es ciertamente un recordatorio de lo que estamos diciendo. Hace una tremenda diferencia el sentirse agradecido a cada paso del camino. Así que llevando eso un paso más adelante, ¿qué nos está impulsando a manifestar esta gratitud? La gratitud debe ser expresada.
Para concluir, quiero mencionar que no solo pude pagarles a los otros proveedores, sino también a la practicista. Y pagué mucho más de lo que decían sus facturas, simplemente debido a que sentía cada vez más una enorme gratitud. A medida que la expresaba, aún más negocios se presentaban inmediatamente.
También empecé a recibir llamadas pidiéndome ayuda por medio de la oración en la Ciencia Cristiana. Y resultó que esos casos también estaban relacionados con las finanzas. Para mí, esto es una prueba de cuán inagotable es la abundancia que proviene de Dios.
