“¡Oh no!”, exclamó mi esposo consternado. “¡Mi reloj tiene una rajadura justo en medio de la esfera!” Todos miramos, y allí estaba, una rajadura oscura y profunda que arruinaba la apariencia de su bello reloj pulsera. “¿Cómo habrá ocurrido esto?”, nos preguntamos todos.
Pasamos veinticuatro horas creyendo que el reloj de mi esposo estaba dañado y tratando de decidir cuándo lo mandaríamos a arreglar. Entonces, por la noche él volvió a mirar el reloj, pero esta vez más cuidadosamente, y dijo “Saben una cosa, ¡creo que es solo una marca!”. Lo frotó con un paño y la esfera del reloj quedó como nueva.
Declaremos con firmeza que Dios, el Principio divino, gobierna nuestro ser.
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