Llevaba un año estudiando para obtener el diploma en Administración de Negocios en La Habana, y era hora de entregar la tesis final, un ensayo para el que me había preparado algunos meses. Cuando se lo entregué a mi profesora, me dijo que tenía demasiados errores. Solo quedaba una semana para entregarlo, y me comentó que no había tiempo porque debía rehacerla completamente. Mi tutor me aconsejó que ingresara en otro equipo de estudiantes que ya habían terminado sus tesis, así podría continuar adelante con el grupo y terminar mis otros proyectos, y por lo menos no perdería el año. Toda esta información fue muy desconcertante y triste para mí, porque había puesto todo mi esfuerzo en este estudio, y me parecía muy injusto lo que me estaba pasando.
Cuando llegué a casa, me tranquilicé y comencé a orar a Dios por mi situación. Recordé todo lo que mi mamá, una practicista de la Ciencia Cristiana, me había enseñado acerca de Dios de su estudio de esta Ciencia; por ejemplo, que Dios es la Mente divina y es la fuente de la inteligencia en la que todos podemos confiar.
De pequeña, asistía a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana en la Iglesia de Cristo, Científico, en Cuba, pero quedaba lejos de nuestra casa, así que la mayor parte del tiempo no podía asistir. Pero en casa estudiaba el libro de texto, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, además de leer las Lecciones Bíblicas de la Ciencia Cristiana, ya que mi mamá y yo recibíamos las Lecciones y otra literatura de esta Ciencia por correo.
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