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Original Web

Sané durante el servicio en la iglesia

Del número de junio de 2020 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 17 de marzo de 2020 como original para la Web.


En el artículo “Healing the multitudes” (“Sanar a las multitudes”), Florence Clerihew Boyd escribe lo siguiente acerca de Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana: “La Sra. Eddy le dijo una vez a una estudiante que ella anhelaba que llegara el día en el que nadie pudiera entrar en una iglesia de la Ciencia Cristiana, por más enfermo o afligido que estuviera, sin que fuera sanado, y que ese día sólo podría llegar cuando cada miembro de la iglesia estudiara y demostrara la verdad contenida en la Lección-Sermón, y llevara consigo al servicio religioso la consciencia así preparada” (Sentinel, July 1, 1916). Es con mucha gratitud que comparto este testimonio de curación que tuvo lugar durante un servicio religioso de la Ciencia Cristiana.

Estaba de viaje por trabajo y tenía programado estar fuera durante nueve semanas seguidas, prácticamente sin descanso. El calendario era tan agotador que dejaba muy poco tiempo para un respiro. Después de un mes, estaba exhausta y tosía mucho, y tragar y hablar me resultaba muy doloroso. Oré sinceramente por esto como había aprendido a hacer en la Ciencia Cristiana, pero si bien había algo de mejoría, los síntomas continuaban. Luchaba por mantenerme al día con el trabajo y el viaje. Me sentía sola, separada de Dios, y necesitaba inspiración espiritual, seguridad y, más que nada, curación.

 Cuando con una colega llegamos a la ciudad de Nueva York un miércoles, yo, más que nada, quería escuchar expresada la Palabra de Verdad. Sabía que oír y aceptar al Cristo, la Verdad, me traería paz, inspiración espiritual y la curación que necesitaba. Y tenía confianza en que encontraría todo eso en la reunión vespertina de testimonios en una Iglesia de Cristo, Científico, cercana. Fui a la iglesia para ser sanada.

Cuando subía los escalones de la iglesia, comencé a toser mucho. Todavía recuerdo el amoroso y solidario rostro del ujier mientras me ayudaba a entrar, aunque no podía hablarle en ese momento. No recuerdo lo que se leyó aquella noche (de la Biblia y de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras de Mary Baker Eddy), ni los testimonios. Lo que sí recuerdo es que me sentí profundamente envuelta por el Amor divino, y tuve la certeza de que me amaban y estaba a salvo y en casa. No pude cantar los dos primeros himnos, pero durante el último me di cuenta con inmensa gratitud de que estaba cantando sin ninguna molestia ni tos.

La atmósfera en aquella iglesia era propicia para la curación, y fui sanada durante esa hora sagrada. Estoy muy agradecida por aquellos queridos miembros de la iglesia cuyas abnegadas oraciones por la congregación y la afirmación de la eficacia sanadora de la Ciencia Cristiana, respondieron a mi necesidad. Esta experiencia me recordó que las iglesias de la Ciencia Cristiana están aquí para sanar, y que las curaciones no necesitan ser largas y prolongadas.

Más temprano aquel día, cuando me sentía tan enferma, acepté a regañadientes reunirme con mi colega para cenar después de la iglesia. Cuando llegué al restaurante, ella dijo asombrada: “¿Qué te pasó? ¡Estás bien!”. Y lo estaba. Cené sin sentir ninguna molestia, y hablé libremente sin ninguna dificultad. Ella comentó durante la comida que jamás había visto a nadie recuperarse en tan solo una hora de los síntomas que yo había tenido. Esta curación me dio la oportunidad de compartir la Ciencia Cristiana con ella.

Ese fue el fin del desafío. La sensación de soledad y de sentirme separada de Dios también desaparecieron esa misma noche. Terminé las semanas que restaban en perfecto estado de salud, disfrutando del resto del tiempo que estuve fuera de mi casa.

Maryann McKay
Lee’s Summit, Misuri, EE. UU.

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