Imagina hurgar en los papeles olvidados de tu abuela y encontrar la receta de sus increíbles galletas de chocolate. Aunque la receta tiene más de 75 años, ¿podrías aún hornear sus deliciosas golosinas? ¡Claro que sí! Todo lo que tendrías que hacer es implementar cuidadosamente sus garabateadas instrucciones.
Vale la pena hacernos una pregunta similar con respecto a la abundancia de la obra sanadora que leemos en la Biblia. ¿Sigue siendo posible hoy en día? La descubridora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, escribe en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “La Biblia contiene la receta para toda curación” (pág. 406). A pesar de que esta receta es centenaria, desde el descubrimiento de la Ciencia Cristiana innumerables curaciones han demostrado claramente que la curación sigue siendo tan demostrable hoy como lo era entonces. Ciencia y Salud aclara y explica cómo seguir la receta de la Biblia para sanar y de ese modo obtener buenos resultados.
Sin embargo, no basta con leer y memorizar pasajes de estos dos libros. Memorizar la receta de mi abuela no produciría deliciosas galletas. En cambio, debo aprender a poner en práctica las ideas viviéndolas, permitiendo que transformen mi pensamiento y mis acciones.
Y así como no podríamos elegir qué ingredientes incluir en la receta de nuestra abuela, y no obstante esperar crear las mismas deliciosas galletas, debemos seguir cuidadosamente el sistema de curación que presenta la Biblia, y que Ciencia y Salud explica.
Cuando oro, siempre considero algunas ideas de la Biblia. Una de ellas es un mensaje que se repite constantemente a través de las Escrituras: “[No] tengan miedo” (Juan 14:27, NTV). Otra idea que siempre me recuerdo a mí misma es que “Dios es amor” (1Juan 4:8). Sentir que el amor divino y perfecto de Dios es la única presencia y poder elimina el temor, y esto es fundamental para la curación espiritual. Ciencia y Salud afirma: “Siempre comienza tu tratamiento apaciguando el temor de los pacientes. Silenciosamente asegúrales de su exención de enfermedad y peligro” (pág. 411).
Ya sea que ore por mí misma o por los demás, siempre empiezo eliminando mi propio miedo. Oro para mantener mi pensamiento muy quieto y sentir el amor infinito de Dios por mí y por todos. Afirmo que Dios siempre está presente para guiarme y protegerme a mí y a todos. Reconozco que Dios es todopoderoso y me está mostrando lo que necesito saber en cada momento. Entonces escucho atentamente, con confianza y sigo cualquier inspiración esclarecedora que reciba.
La comprensión espiritual derivada de mi estudio, discernimiento y aplicación de las leyes espirituales de la Biblia me ha permitido orar con confianza cuando surgen desafíos. Por ejemplo, hace varios años, tuve un problema en una pierna que me dificultaba caminar, y que no cedió inmediatamente a mis oraciones.
Jesús dijo que Dios siempre sabe lo que necesitamos (véase Mateo 6:8). En un momento dado, sentí la inspiración de pensar en los diversos compromisos y relaciones en mi vida y humildemente preguntar: “Dios mío, ¿qué debo dejar a un lado? ¿A qué me estoy aferrando que necesito abandonar?”.
La respuesta llegó rápidamente: necesitaba cambiar mi concepto de una relación en la que me sentía responsable del bienestar de otra persona. Yo tenía un amor limitado, personal y posesivo por ella.
Sabía que, por el contrario, necesitaba reconocer que Dios era la fuente de su ser y su bienestar. Oré para tener más humildad, considerando las palabras de Jesús en el Evangelio de Juan: “No puedo yo hacer nada por mí mismo” (5:30). Esta oración por la humildad me ayudó a comprender más claramente que yo no creo, sino que reflejo el Amor. El amor de Dios es infinito.
Comprender que reflejo el Amor divino, Dios, me llevó a saber y sentir que la persona tenía su propia conexión directa con Él, y que yo no soy responsable de ella; Dios lo es. Podía confiar en que eso me guiaría a responderle de la manera más útil.
Con esa comprensión, el problema de la pierna desapareció de inmediato. Había confiado en una comprensión espiritual de Dios, y esto me llevó a dejar de aferrarme a un concepto erróneo de mí misma (y de la persona a la que estaba ayudando).
¡Esta es una de las muchas pruebas que he tenido de que la receta para la curación todavía funciona! Al buscar en la Biblia y obtener un sentido más espiritual de sus enseñanzas, podemos regocijarnos de que la curación es posible en nuestra experiencia en este mismo momento.