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Original Web

Vacunas, inmunidad y el camino a la salud

Del número de junio de 2021 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 22 de febrero de 2021 como original para la Web.


Hoy en día, detener el COVID-19 es un enfoque comprensiblemente importante. Muchas familias están viviendo historias desgarradoras por experimentar la enfermedad o su impacto. Terminar con esto significa traer un anhelado alivio del temor, el sufrimiento y la perturbación generalizados provocados por la pandemia.

Gran parte del mundo tiene mucha esperanza de que las vacunas que han comenzado a distribuirse sean la solución perfecta, y esta esperanza se basa en gran parte en el papel que las vacunas han desempeñado en los esfuerzos precedentes para detener otras enfermedades. Sin embargo, lo que no se tiene tanto en cuenta es el proceso mental que está sucediendo respecto a todo esto. He encontrado que el aspecto mental y espiritual de las cosas es sumamente valioso en la búsqueda de la salud.

Además de instruir a sus seguidores para que sanaran a los enfermos, Cristo Jesús les pidió que “[echaran] fuera demonios” (Mateo 10:8). Una manera en que podríamos pensar acerca de estos “demonios” es como las atormentadoras creencias en un poder opuesto a Dios que puede enfermarnos. Jesús comprendía muy claramente que Dios era el poder supremo al que podemos recurrir cuando enfrentamos dificultades, y es esta misma comprensión de Dios la que fortalece nuestra capacidad para expulsar las creencias diabólicas.

La Ciencia Cristiana muestra que Dios, la Verdad divina, no crea ni consiente la enfermedad, y revela que el universo es la creación de la consciencia divina infinita o Mente. San Pablo dijo sobre Dios: “En Él vivimos, nos movemos y existimos” (Hechos 17:28, LBLA). A pesar de las apariencias, podemos pensar que toda vida verdadera es el Espíritu divino, la Mente, expresándose a través de sus ideas, las cuales están gobernadas por sus leyes espirituales. Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy explica: “Las supuestas leyes que resultan en cansancio y enfermedad no son Sus leyes, pues la legítima y única acción posible de la Verdad es la producción de la armonía” (pág. 183).

Al no comprender claramente el poder de Dios, el Espíritu, nos encontramos en un tira y afloja entre las influencias sobre el cuerpo; como si fuera una contienda entre las formas de la materia, como la materia buena contra la mala. Pero en realidad es una lucha en la consciencia entre las fuerzas mentales que nos hacen sentir vulnerables y las que nos dan una sensación de seguridad. Esto, entonces, incide en que nos sintamos sujetos a condiciones materiales dañinas, y, al mismo tiempo, en que nos esforcemos por alterar esas condiciones de otras maneras materiales que creemos pueden ayudarnos. 

Jesús comprendía muy claramente que Dios era el poder supremo al que podemos recurrir cuando enfrentamos dificultades.

Para tener una salud real y duradera, tenemos que salir de este tira y afloja. Lo hacemos al espiritualizar nuestra consciencia, al encontrar la verdadera base espiritual del pensamiento y de la vida en Dios. Al afirmar a través de la oración lo que realmente somos como expresiones de la naturaleza buena y espiritual de Dios, excluimos de nuestra consciencia aquellas influencias mentales que socavarían la salud. Al dejar que Dios nos muestre nuestra integridad perfecta como ideas de la Mente divina, vemos más claramente que realmente “existimos” en Dios, y la enfermedad no puede afectarnos.

Hace algún tiempo, estuve lidiando con los síntomas del herpes zóster, y con mucho dolor. Pero al orar, me encontré profundamente conmovido al pensar en la vida en Dios, el Espíritu. Comprendí más claramente que mi historia —la única historia verdadera de la vida de alguien— era el bien que la Mente infinita expresa en nosotros. Y a través de la oración, vislumbré que es inevitable que comprendamos esto, porque Dios es bueno y la única Mente legítima. 

Mientras tanto, a menudo tenemos que hacer lo que parecería ser echar fuera demonios, o eliminar la mentalidad limitada de que la existencia es material. Al hacerlo con los síntomas del herpes zóster, sentí la profunda convicción de que la naturaleza y el propósito buenos de Dios son imparables. Tan pronto comprendí esto, sané instantáneamente de los síntomas y me dediqué aún más a conocer y vivir la vida que es Dios.

Si nos encontráramos en una situación en la que se requiriera la vacunación, nuestro cumplimiento de la ley no tendría que comprometer nuestra dependencia de Dios. Las nuevas vacunas quizá tengan la perspectiva de alterar el panorama de las enfermedades, pero no pueden elevarnos y apartarnos del sentido material de la vida que siempre está produciendo nuevas formas de enfermedad. Para encontrar una salud verdadera y duradera, necesitamos comprender que la vida en realidad está en el Espíritu y es del Espíritu, y no es material en absoluto.

Entonces, para entender esto y ayudar a nuestro sufriente mundo, tenemos algo de trabajo que hacer. Al hallar que Dios es el único poder real, sanaremos cada vez más la enfermedad como Cristo Jesús lo hizo: espiritualmente. Hoy y mañana solo somos en verdad impelidos a ser expresiones de lo que Dios está causando en nosotros, lo cual es totalmente bueno y nos da la victoria sobre la enfermedad.

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