Cuando Heidi experimentó dolorosos síntomas de apendicitis, oró reconociendo que toda su existencia, en ese mismo momento, era completa, armoniosa, perfecta, tanto en forma como en función. Lea cómo tuvo lugar la curación permanente.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!