¿Cuántas veces hemos visto a Dios representado como un hombre, tal vez flotando en una nube? La famosa pintura de la creación de Miguel Ángel en el techo de la Capilla Sixtina representa a Dios de esta manera, a punto de tocar a Adán y presumiblemente darle vida. Este es una imagen mental que la sociedad ha mantenido a lo largo de los siglos.
Puesto que a Dios se Lo conoce generalmente como Él, casi parece natural considerarlo como un ser corpóreo, formado a imagen y semejanza del hombre. Pero esta no es la verdad acerca de Dios.
En la Biblia, Dios nunca es descrito de alguna manera corporal. Abraham, Isaac, Jacob y los profetas del Antiguo Testamento tuvieron una relación personal con Dios, cuya presencia se les manifestó en varias ocasiones mediante una voz, una zarza ardiente, una columna de nube o fuego, un torbellino, todo lo cual indicaba un Ser Supremo, una presencia tangible, espiritual, no material. Esto contrasta claramente con otras sociedades antiguas que adoraban a muchos dioses, a menudo representados por ídolos.
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