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Original Web

Libre de síntomas de gripe

Del número de julio de 2021 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 11 de marzo de 2021 como original para la Web.


Una mañana, cuando me dirigía desde el estacionamiento al edificio de mi oficina, noté un gran cartel que saludaba a todos los visitantes con el mensaje “Es temporada de gripe … asegúrese de vacunarse contra la gripe”. Para cuando llegué a mi oficina minutos más tarde, había comenzado a experimentar todos los síntomas asociados con la gripe. 

A lo largo de mi vida, la promesa de la protección de Dios descrita por el rey David en el Salmo noventa y uno ha sido una fuente de gran consuelo para mí. El salmo nos asegura: “Porque has puesto al Señor, que es mi refugio, al Altísimo, por tu habitación. No te sucederá ningún mal, ni plaga se acercará a tu morada” (versículos 9, 10, LBLA). De manera que, mi respuesta inmediata a esos síntomas fue buscar refugio en el Altísimo cerrando la puerta de mi oficina y abriendo una Biblia a la que recurría a menudo en busca de inspiración.

No recuerdo qué pasaje encontré al abrirla esa mañana, pero cuando empecé a orar con la inspiración espiritual que estaba recibiendo, fue evidente para mí que el mensaje del cartel que sugería que yo era vulnerable a la gripe a menos que me dieran una vacuna contra la gripe, había, sin ninguna resistencia de mi parte, entrado en mi pensamiento. Y la velocidad con la que había pasado de sentirme completamente bien a sentirme absolutamente muy mal hizo que me diera cuenta de que esto no tenía nada que ver con lo que estaba pasando en mi cuerpo, y todo con lo que estaba sucediendo en mi pensamiento.

La Descubridora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, escribe en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “El pecado y la enfermedad tienen que ser pensados antes de que puedan manifestarse. Tienes que controlar los pensamientos malos en el primer momento, o ellos te controlarán en el segundo” (pág. 234). Y luego explica cómo podemos defendernos y tener control sobre los pensamientos respecto a la enfermedad.

La Ciencia Cristiana enseña que este control no proviene de tratar de convencernos de que no estamos enfermos, sino de comprender un precepto fundamental de la curación cristiana que Cristo Jesús demostró: que el hombre (es decir, todos, “hombres y mujeres”) fue hecho a imagen y semejanza de Dios, como afirma el primer capítulo del Génesis (versículos 26, 27), y que Dios, la fuente de esa imagen y semejanza, es el Espíritu. Al orar, razoné que como Dios es Espíritu, yo, por ser la semejanza de Dios, tenía que ser totalmente espiritual. No era susceptible a un virus más de lo que el Espíritu divino podía ser susceptible a él. Al razonar desde esta base, la única conclusión a la que podía llegar es que la creencia en la realidad de un virus es falsa, lo que hace imposible que esa creencia pueda tener algún impacto en mí o en mi experiencia. Afirmé que esto era cierto no sólo para mí, sino para todos, incluidos aquellos en el edificio de mi oficina. 

Como resultado se produjo una curación muy rápida. Unos diez minutos después de abrir la Biblia, los síntomas desaparecieron por completo, y pude trabajar sin más molestias. Atribuyo esto a la pronta acción correctiva que hice en mi pensamiento. 

Estoy verdaderamente agradecido por las oportunidades que mi estudio de la Ciencia Cristiana me brinda para mejorar mi comprensión del cuidado amoroso de Dios por cada uno de nosotros, y para experimentar las maneras prácticas e inmediatas en que se manifiesta Su protección.

Ken “Keb” Bemis
Prosper, Texas, EE.UU.

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