Si bien había sanado después de leer partes del Manual de la Iglesia Madre y también de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, ambos por Mary Baker Eddy, y estaba consciente del enfoque de la Sra. Eddy sobre la curación espiritual, nunca me había hecho miembro de la iglesia porque jamás había estado convencido de comprender realmente la Ciencia Cristiana. Incluso me preguntaba si mis curaciones anteriores no podrían haber ocurrido de todos modos, aun sin haber oído hablar alguna vez de la Ciencia Cristiana. Pero todo esto cambió un día, hace años.
Llamé por teléfono a una practicista de la Ciencia Cristiana y le pedí ayuda por medio de la oración para combatir una tos intensa y dificultades para respirar. Para entonces, conocía lo suficiente acerca de esta Ciencia como para saber que explica que Dios nos hizo a cada uno de nosotros espirituales y buenos, y que, en última instancia, lo que no era de Dios no tenía poder. Durante cinco días, la practicista me dio tratamiento en la Ciencia Cristiana y también me sugirió pasajes para leer de Ciencia y Salud, pero seguía enfermo.
Para el viernes, mi asistente en el trabajo insistió en que fuera a ver a un médico porque ella estaba segura de que tenía neumonía. Como soy oficial del ejército, fui al médico de esa institución, quien, en efecto, confirmó que tenía neumonía, y me recetó antibióticos para que los tomara. Recogí la receta, me fui a casa y llamé a la practicista con la idea de decirle que ya no me diera tratamiento en la Ciencia Cristiana.
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