“¡Yo no soy creativa!”, me dije a mí misma un día después de la escuela. Mi maestra de inglés nos había asignado un proyecto en nuestra clase del bachillerato, y teníamos que presentarlo de una manera nueva y creativa. Muchos de los otros alumnos tenían ideas muy interesantes y originales, pero yo estaba en cero.
Pasaban los días y no tenía ni idea de lo que iba a hacer, entonces me empecé a poner ansiosa. No me gustaba hacer mi tarea en el último minuto. La verdad era que sentía que tenía otros talentos, pero la creatividad no era uno de ellos.
Un día, de pronto me vino una idea: ¿Por qué no oras al respecto? No era la primera vez que oraba, pero nunca lo había hecho sin el apoyo de las oraciones de mi mamá u otro Científico Cristiano. En esa época, asistía a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana en mi filial de la Iglesia de Cristo, Científico, y me encantaba lo que estaba aprendiendo sobre la oración. Esta no consiste en pedirle a Dios algo que pensamos que nos falta; por ejemplo, una cualidad como la creatividad o la salud. La oración reconoce que Dios es nuestro Padre-Madre y tiene infinitas cualidades que nosotros reflejamos y expresamos porque somos Su semejanza, y que Dios no creó a ninguno de Sus hijos sin algunas de estas cualidades. Expresamos a Dios completamente, así que somos completos.
También estaba aprendiendo que hay siete sinónimos para Dios, y uno de ellos es Alma. El Alma incluye cualidades como ingeniosidad, innovación y sí, creatividad. Puesto que los hijos e hijas de Dios reflejan y expresan naturalmente todas las cualidades del Alma, ¡yo era creativa!
Otro sinónimo para Dios es Mente, y una cualidad de la Mente es la inteligencia. La Mente nos da todas las ideas que necesitamos y me daría las ideas correctas para este proyecto, así que no necesitaba preocuparme ni estar ansiosa. Mary Baker Eddy, quien fundó la Ciencia Cristiana, explica: “Dios os da Sus ideas espirituales, y ellas, a su vez, os dan vuestra provisión diaria” (Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 307). Podía confiar en Dios y escuchar pacientemente Su guía.
Después de orar, me vino al pensamiento una idea muy creativa de cómo presentar mi proyecto. No era algo que se me hubiera ocurrido a mí, ya que era muy poco convencional. Me puse a trabajar inmediatamente, dando gracias a Dios por esa increíble inspiración. Cuando llegó el momento de presentar el proyecto, mi maestra y mis compañeros de clase quedaron muy impresionados y recibí una calificación excelente.
Esta experiencia me enseñó la importancia de expresar lo que es espiritualmente cierto, y a no decir que no tengo cierta cualidad, o que no tengo aptitud para alguna cosa. Eso es lo mismo que decir que a Dios le falta algo, lo que es imposible porque Él es todo-conocimiento, todo-sabiduría, y la fuente inagotable de todo lo bueno.
Esto ocurrió hace varios años, pero continúo beneficiándome de las lecciones que aprendí. Incluso mientras escribía este artículo, pensé que sería difícil organizar las diferentes ideas y desarrollarlas en algo útil. Pero entonces me acordé de que ya había demostrado que tengo todas las cualidades necesarias para la tarea que tengo por delante. Fue una alegría ver cómo las ideas y las palabras se fueron uniendo natural y armoniosamente como resultado.
Las posibilidades de lo que podemos lograr son ilimitadas y nuestras bendiciones, infinitas, cuando comprendemos que nuestras habilidades vienen de Dios y no de nosotros mismos. Podemos decir con toda confianza: “Yo expreso la ingeniosidad y originalidad del Alma y la inteligencia de la Mente. ¡Soy creativa!”.
