Hace más de una década, mi esposo mordió una manzana, lo que hizo que uno de sus dientes delanteros se desplazara. Una visita al dentista reveló que no se podía salvar el diente. Ahora había una brecha antiestética en su radiante sonrisa.
Una radiografía mostró que el hueso que había sostenido el diente ya no existía y por esa razón se había caído. Eso significaba que no era posible colocar un implante dental. El dentista sugirió colocar un aparato de ortodoncia para realinear los dientes, pero advirtió que los de ambos lados de la brecha no se podían juntar por completo debido a la falta de hueso en la base; la brecha podría, a lo sumo, minimizarse. Le dijo a mi esposo que siempre tendría una brecha, aunque no estaba seguro de cuán grande sería.
Mi esposo no es estudiante de la Ciencia Cristiana, pero cuando mencionó este pronóstico, mi pensamiento fue directo a Dios. Sabía que en Dios nada faltaba; por lo tanto, nada faltaba en Su creación, el hombre. Los hijos de Dios no tienen huecos, agujeros, vacíos ni carencia de ningún tipo.
Al hablar de la pérdida o falta de amigos personales, Mary Baker Eddy escribe: “... este aparente vacío ya está colmado de Amor divino” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 266). Estaba segura de que esto también debía aplicarse al tipo de vacío físico que enfrentaba mi esposo, el cual ya estaba lleno de la única sustancia que realmente tenemos como reflejo de Dios, la sustancia del Espíritu divino o Amor, que llena todo el espacio. Más allá de eso, no pensé mucho en la situación.
Aproximadamente un año después, la ortodoncia ya no fue necesaria. El dentista estaba sorprendido porque las radiografías mostraron que el hueso faltante había sido restaurado —rellenado— lo que permitió que los aparatos de ortodoncia sostuvieran y movieran los dientes existentes. Como resultado, la brecha se había cerrado. Mi esposo recuperó su radiante sonrisa. La curación ha sido permanente.
Fue particularmente significativo que este dentista también fuera profesor de odontología en una de las universidades más prestigiosas de nuestro país, y pidió permiso para tomar fotos de la boca de mi esposo porque planeaba enviarlas a una respetada revista de odontología para mostrar el notable resultado. Estoy agradecida de haber sido testigo de esta curación y también agradecida de que alguien en el campo de la odontología haya podido vislumbrar lo que es posible con la Ciencia Cristiana.
Catherine de Jocas
Mississauga, Ontario, Canadá
El testimonio de mi esposa sobre mi pasado problema dental y cómo se resolvió refleja lo que recuerdo de lo sucedido.
Michel de Jocas