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Original Web

Se nos dio el don de la falta de edad

Del número de diciembre de 2022 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 22 de agosto de 2022 como original para la Web.


Una mañana de verano, cuando era un joven estudiante, estaba jugando al golf con tres jugadores que se habían jubilado hacía unos años. Estaban muy contentos de incluirme, y desde el principio nos divertíamos juntos. Después que un jugador golpeó su tiro de salida, señalé a dónde había ido, y con un toque de nostalgia en su voz, comentó con admiración sobre mis “ojos jóvenes”.

Fue la primera vez que realmente me di cuenta de lo arraigado que está el concepto de que el dolor, la restricción, la erosión de las habilidades, etc., son inevitables a medida que pasa el tiempo. La creencia de que estamos destinados a vivir una vida que en última instancia va cuesta abajo está muy extendida: ¿tenemos la oportunidad de superar las limitaciones basadas en la edad?

He llegado a descubrir que, sí, ciertamente la tenemos. Tal vez hayas escuchado el dicho: “Uno con Dios es mayoría”. Eso sin duda es alentador. Insinúa que Dios nos gobierna y defiende con eficacia. La Ciencia Cristiana enseña que Dios no tiene adversario. Él es el único poder, autoridad, creador legítimo.

Entonces, uno con Dios no es solo mayoría; realmente, uno con Dios es un monopolio. Es decir, la unidad inherente que todos tenemos con nuestro Progenitor divino es una base poderosa para experimentar bondad y fortaleza en nuestras vidas.

Esto se debe a que Dios en realidad no nos ve a cada uno de nosotros como mortales envejecidos y limitados. La manera en que Dios, el Espíritu divino, nos ha creado no se basa en la materia. Los hijos de Dios, el reflejo del Espíritu divino, están dotados de identidades eternas, completamente espirituales. Jesús declaró: “Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:6).

Cuando nuestras oraciones sinceras son impulsadas no solo por las esperanzas humanas, sino por el reconocimiento de nuestra verdadera naturaleza espiritual, entonces el poder de Dios las sostiene y las respalda.

Y no tenemos que envejecer o morir para ser espirituales. Tenemos este estado aquí en el presente. Mary Baker Eddy hace una pregunta perspicaz en su obra principal, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “¿Puede haber nacimiento o muerte para el hombre, la imagen y semejanza espiritual de Dios?” (pág. 206).

Cada uno de nosotros tiene el derecho de seguir el ejemplo de Jesús e ir más allá de las falsas creencias (por más prevalentes que sean) acerca de nosotros mismos. Una vez que obtenemos, aunque sea una pequeña vislumbre de nuestra identidad espiritual, comenzamos a reconocer que no podría haber un proceso de envejecimiento para lo que Dios ha creado.

Y luego comenzamos a experimentar victorias sobre el temor y las limitaciones asociadas con el envejecimiento, no porque estemos tratando de hacer que esto suceda a través de la fuerza de voluntad, sino porque nuestras oraciones se basan en la bondad y la rectitud de Dios. Cuando nuestras oraciones sinceras son impulsadas no solo por las esperanzas humanas, sino por el reconocimiento de nuestra verdadera naturaleza espiritual, entonces el poder de Dios las sostiene y las respalda.

El Sentinel y otras publicaciones de la Ciencia Cristiana incluyen muchos relatos de personas que han experimentado esto de primera mano. Por ejemplo, en el artículo “Our true selves—ageless and free” (Nuestro verdadero yo: eterno y libre), un atleta de toda la vida comparte cómo una mejor comprensión de la naturaleza de Dios y de nuestra naturaleza como descendencia espiritual de Dios, lo liberó de los dolorosos síntomas que había atribuido a su edad (véase Bruce Butterfield, Sentinel, May 7, 2018).

Por supuesto, mucho de lo que vemos en el mundo que nos rodea oscurecería la verdad de nuestra identidad como eterna y espiritual. Sin embargo, es el hecho espiritual para cada uno de nosotros. Ciertamente podríamos esperar a que todos los demás comprendan esto y luego unirnos a ellos. O, en cambio, podemos poner humildemente nuestra mirada en esta realidad espiritual ahora mismo, y alentar a otros —a través de nuestros propios esfuerzos mediante la oración, basados en la verdad inmutable de Dios— a vivir nuestra inherente falta de edad más libremente.

Como dice la Biblia, “Dios nos ha dado vida eterna” (1 Juan 5:11). Este es un don que cada uno de nosotros posee, y jamás nos lo pueden sacar a ninguno de nosotros, los hijos espirituales y amados de Dios.

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