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La Escuela Dominical: Nutre la espiritualidad innata de los niños

Del número de diciembre de 2022 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 5 de septiembre de 2022 como original para la Web.


Muchos padres hoy en día proporcionan a sus hijos educación espiritual, confiando en que se beneficiarán de ella. Según la psicóloga Lisa Miller, Ph.D., en la crianza de los hijos, “el ingrediente más crucial de todos, lo único que la ciencia ha demostrado para predecir de manera confiable la realización, el éxito y la prosperidad”, es “el desarrollo espiritual de un niño” (The Spiritual Child, pág. 24).

La Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana es un lugar que nutre la espiritualidad innata de los niños, ayudándolos a encontrar protección divina, paz y cuidado mediante el conocimiento del Ser Supremo que llamamos Dios. Aquí, al enseñarles las Escrituras y su interpretación espiritual, los niños obtienen una comprensión de quiénes son como hijos de Dios, el Espíritu divino. La Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana está diseñada para enseñar a los niños acerca de su verdadera naturaleza espiritual y moral, y prepararlos para seguir con eficacia el ejemplo de Jesús y practicar la Ciencia Cristiana en su vida cotidiana. Les enseña cómo pueden sanar, ser sanados y vivir su impecabilidad innata. 

Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, quien amaba profundamente a los niños y estableció la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, nos habla claramente de la importancia y los resultados de la educación espiritual para nuestros hijos. Ella escribe: “Toda la educación de los niños debiera ser tal que forme hábitos de obediencia a la ley moral y espiritual, con la cual el niño pueda enfrentar y dominar la creencia en las así llamadas leyes físicas, una creencia que engendra la enfermedad” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 62).

Las leyes de Dios son verdades espirituales que los niños pueden probar científicamente en su experiencia para superar los problemas. Por ejemplo, la verdad en la Ciencia Cristiana de que el ser real de cada individuo es perfecto, armonioso y puro puede ayudar a los niños a sanar enfermedades, resistir el pecado y encontrar felicidad, así como estar libres de los dolores de crecimiento de los adolescentes. Además, la ley moral que se encuentra en la Biblia les permite discernir sabiamente entre el bien y el mal en sus decisiones sociales y encontrar alegría en la obediencia a Dios, el bien. Esto también los protegerá de acciones o comportamientos que podrían conducir al sufrimiento.

Cultivar en los alumnos la comprensión de que el Espíritu, no la materia, es su verdadera fuente de vida, abre su pensamiento y los ayuda a darse cuenta de que pueden ser cuidados a través de los medios espirituales que Dios brinda. Se vuelven receptivos a recurrir a la oración como se enseña en la Ciencia Cristiana para la curación física. Pueden comprender que las leyes de salud y armonía de Dios los sanarán. Pueden ver cómo la rectitud moral, tal como la honestidad y la pureza, mantendrá su pensamiento libre de los errores que obstruirían la curación y el bienestar. Como dice Ciencia y Salud: “Jesús amaba a los niños por estar libres del mal y por su receptividad al bien” (pág. 236). 

Los niños son naturalmente receptivos a la Verdad porque su verdadero origen está en el Espíritu, Dios, lo que significa que todos los hijos de Dios son buenos y puros. Con ese origen, los niños están predispuestos a ser receptivos a las verdades espirituales y morales que los guían hacia lo que es correcto pensar y hacer en sus vidas. 

La falta de receptividad a estas verdades es ajena al verdadero ser espiritual de los niños. Es una imposición sobre ellos de la creencia mundana de que su origen no está en el Espíritu sino en las condiciones materiales, moldeadas por el ADN, la genética, el esperma y el óvulo. Tal creencia puede ser eliminada al comprender en oración que, como escribe Eddy, “Una idea espiritual no tiene un solo elemento de error, y esta verdad elimina debidamente todo lo que es nocivo” (Ciencia y Salud, pág. 463). De esta manera, las obstrucciones se disolverán. 

La Escuela Dominical puede ser un laboratorio para aplicar las leyes de Dios que se encuentran en la Biblia. Los Diez Mandamientos, las Bienaventuranzas, el Padre Nuestro y su interpretación espiritual (véase Ciencia y Salud, págs. 16-17), y otras leyes y guías espirituales que se encuentran en la Biblia y Ciencia y Salud espiritualizan el pensamiento de los estudiantes y los guían en todos los aspectos de sus vidas, incluso en sus actividades académicas, deportivas o artísticas. Proporcionar ejemplos de curaciones espirituales de problemas individuales y colectivos en una clase de la Escuela Dominical, refuerza esas enseñanzas.

Percibida espiritualmente, la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana es una manifestación del Padre-Madre Dios, el Amor divino, cuidando de Sus hijos, enseñándoles quiénes son realmente. Isaías promete: “Todos tus hijos serán enseñados por el Señor, y grande será el bienestar de tus hijos” (Isaías 54:13, LBLA). La Mente (Dios) que originó las ideas en las Lecciones Bíblicas del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana es la misma Mente que transmite esas ideas a los niños y les permite comprenderlas. En la medida en que los maestros cedan a su verdadero reflejo de la Mente divina, su enseñanza será comprensible para los estudiantes y transmitida a su nivel de comprensión. Esto se debe a que “la intercomunicación es siempre de Dios hacia Su idea, el hombre” (Ciencia y Salud, pág. 284), y Dios se comunica con cada uno de nosotros de maneras que podemos comprender. 

Cada domingo, la reunión de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana concluye con la lectura de “la declaración científica del ser” del libro de texto de la Ciencia Cristiana, que termina con la declaración de que “el hombre no es material; él es espiritual” (Ciencia y Salud, pág. 468). Esta verdad es la base de la inherente espiritualidad de nuestros hijos, que se puede desarrollar y ver florecer mediante la enseñanza de la Escuela Dominical. Los padres pueden apoyar con la oración el cumplimiento de esta promesa en sus hijos.

Al recordar mi experiencia en la Escuela Dominical ahora con una comprensión más completa de la Ciencia Cristiana, veo que fue un canal para mostrarme cómo demostrar un sentido espiritual de bienestar en mi vida diaria. En el bachillerato, las charlas con los maestros de la Escuela Dominical sobre cómo encontrar respuestas a mis problemas a través de la Ciencia Cristiana me ayudaron a superar los desafíos académicos, evitar los escollos sociales y sanar las enfermedades.

Por ejemplo, poco después de graduarme de la Escuela Dominical, tuve un problema físico grave. Cuando presenté mi solicitud a una universidad que requería un examen físico para la admisión, el médico informó que tenía una infección grave que requería antibióticos o cirugía. Por lo que había aprendido en la Escuela Dominical y en casa, me pareció natural usar medios espirituales para sanar. 

Mis padres, que me criaron en la Ciencia Cristiana, apoyaron mi decisión de recurrir a la oración. También solicité la ayuda de un practicista de la Ciencia Cristiana, quien oró por mí durante varios meses. Me pidió que estudiara y aplicara esta declaración de Ciencia y Salud: “El cuerpo mejora bajo el mismo régimen que espiritualiza el pensamiento; y si la salud no se manifiesta bajo este régimen, esto comprueba que el temor está gobernando el cuerpo” (pág. 370). Ahora veo que la curación se produjo a medida que las verdades de que únicamente el Dios omnipotente, el bien, gobernaba mi cuerpo, y que el Amor divino eliminaría cualquier temor, espiritualizaron mi pensamiento.

En un momento dado, cuando tenía un dolor intenso y no podía pensar con claridad, me aferré a mi unidad con Dios, la Mente divina, lo cual había aprendido en la Escuela Dominical y a través de mi propio estudio de la Ciencia Cristiana. Al recordar esa experiencia, me doy cuenta de que al afirmar mi unidad con la Mente divina, reclamé que la ley del ser perfecto de la Mente, no las predicciones médicas, gobernaba mi cuerpo. Debido a eso, la evidencia de impureza, dolor y bloqueo se disipó, y mis funciones corporales volvieron a la normalidad.

La educación espiritual desempeña un papel esencial en la vida de nuestros hijos que podría perderse rápidamente si se les da prioridad a otras actividades en la vida. Con la base espiritual que proporciona la Escuela Dominical, los niños pueden experimentar bondad, salud, armonía, progreso, plenitud y felicidad a medida que crecen. Al mismo tiempo, los padres pueden sentirse seguros de que el bienestar de sus hijos está en las manos de Dios.

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