Mollie estaba muy emocionada por la Navidad. Le encantaban todas las luces y decoraciones que adornaban su casa y la ciudad.
Era el día antes de Navidad, y estaba ayudando a su mamá a envolver regalos. Los regalos no eran para ellos. Estos eran obsequios especiales para el hogar de ancianos que Mollie y su mamá visitaban todos los años en la época de Navidad.
Mollie y su mamá estaban escuchando y cantando villancicos. Cuando terminaron de envolver, la mamá de Mollie hizo chocolate caliente y se sentaron a beberlo juntas. La mamá le preguntó a Mollie qué había aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana sobre la Navidad.
Mollie recordaba muy bien la historia de la Biblia. Le contó a su mamá sobre José y María, y cómo tuvieron que quedarse en un establo donde vivían los animales porque no había espacio para ellos en la posada. Cuando nació el niño Jesús, solo tenía una camita en la paja. Entonces los reyes magos le trajeron regalos, y los ángeles les contaron a los pastores acerca de su nacimiento.
“¿Por qué era especial el niño Jesús?”, le preguntó su mamá mientras bebía su chocolate caliente.
Mollie le dijo que era especial porque Dios lo envió.
“Así es”, dijo su mamá.
La mamá le explicó que Dios ama a todos, por lo que envió a Jesús para contar acerca del amor de Dios y demostrarlo mediante la curación. Debido a lo que Jesús enseñó, sabemos que Dios es bueno y es Espíritu y que somos hijos de Dios: buenos y espirituales. Así que nosotros también podemos ser sanados. Este es el regalo más grande que nos hayan dado jamás.
Después de terminar su chocolate caliente, Mollie y su mamá empacaron todos los regalos y fueron en coche al hogar para personas mayores. Mientras conducía, la mamá de Mollie explicó que una de las razones por las que estaban dando regalos era porque la Biblia dice: “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35). Entonces, dijo, la Navidad no solo se trata de recibir regalos, también es importante regalar. Después de llegar, Mollie y su mamá entraron todos los paquetes y ayudaron a servir la cena de Navidad.
Cuando regresaron a casa, Mollie estaba cansada pero feliz. Ella y su mamá se sentaron junto a su árbol de Navidad y miraron cómo titilaban las luces. Mollie estaba callada, pensando.
“Como tú sabes, cuando recibo un regalo, doy un regalo”, le dijo a su mamá. “Entonces, si Dios nos dio a Jesús como regalo para mostrarnos que Él nos ama y nos cuida, ¿no deberíamos asegurarnos de darle a Dios un regalo también?”
“¿Qué piensas que podrías darle?”, le preguntó su mamá.
Antes de irse a la cama, Mollie envolvió una cajita y la puso debajo del árbol. A la mañana siguiente, después de abrir todos los regalos, la madre de Mollie encontró la cajita. La etiqueta decía: “Para: Dios. De: Mollie”.
“¡Descubrí cuál es el regalo perfecto para darle a Dios!”, exclamó Mollie.
Abrieron la caja juntas, y adentro había una nota que decía: “Gracias, Dios”.
La gratitud era el regalo perfecto.
