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El Amor divino echa fuera el temor y nos mantiene a salvo

Del número de enero de 2023 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 13 de octubre de 2022 como original para la Web.


En su discurso inaugural en la primavera de 2021, Kim Janey, entonces alcaldesa interina de Boston, relató la dureza que tuvo que soportar en la escuela intermedia durante los primeros años en que se estableció que los niños de color podían viajar en los autobuses escolares junto con los blancos, para instituir la igualdad racial en las escuelas públicas de Boston. Mientras escuchaba, pensé en el hecho de que es el Amor, Dios, el que echa fuera el temor y sana la crueldad.

Cristo Jesús comprendía que Dios es Amor. Y afirmó su derecho a ser identificado como el amado Hijo de Dios. Al reclamar su unidad con el Amor, pudo probar su dominio sobre los males de la carne, así como las palabras y actos crueles de sus detractores. Incluso cuando algunos de ellos recogieron piedras para arrojarle, Jesús caminó ileso entre la multitud. Él entendía que las circunstancias materiales no pueden cambiar la realidad espiritual: que Dios, el Espíritu infinito, creó al hombre (cada uno de nosotros) a Su imagen y semejanza, eternamente “bueno en gran manera” (Génesis 1:31), y que cada uno de nosotros está gobernado únicamente por la ley del Amor, el Espíritu inmutable. 

Jesús sabía que no había poder, presencia o ley aparte de Dios. Entonces, a pesar de la severa resistencia, continuó la misión sanadora que Dios le había dado, así como enseñando acerca de Dios y la unidad del hombre con Él. Y dejó este ejemplo para que sus seguidores en todos los tiempos lo emularan.

La Ciencia Cristiana explica que todo aquel que comprenda que Dios es el Amor todopoderoso puede probar este hecho espiritual por sí mismo. Esta Ciencia también enseña que el hombre es la idea o expresión amada de Dios. El odio y el antagonismo no pueden cambiar este hecho espiritual. 

El Amor nos libera del control del temor, entonces el temor no puede impedirnos hacer lo correcto. Al conocer la supremacía del Amor, podemos probar la omnipresencia y omnipotencia de Dios. Por lo tanto, podemos caminar a través del miedo que se engaña a sí mismo al afirmar que el fracaso y la discordia son inevitables. Y mediante la oración podemos llegar a comprender que la verdadera identidad de todos es espiritual, completa, amada e indestructible. Esta comprensión nos permite probar que el Amor expulsa el temor y el peligro, y nos mantiene a salvo.

Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, escribe: “Uno tiene que cumplir su misión sin timidez ni disimulo, pues para que esté bien hecha, la obra ha de hacerse desinteresadamente” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 483).

Esta idea fue especialmente importante para mí durante una época estresante de mi vida. “Sin timidez” significaba que podía expresar valor con confianza. Y “sin... disimulo” significaba que podía demostrar con audacia mi confianza en Dios. Era un momento en que mi familia tenía que hacer precisamente eso.

Éramos nuevos residentes en el área de Boston. El día que inscribí a mi hija en la escuela intermedia, me enteré de que ella era la única estudiante negra en su grado. Bueno, yo estaba más que un poco consternada. Pero estaba aprendiendo que “el Amor es imparcial y universal en su adaptación y en sus concesiones” (Ciencia y Salud, pág. 13), y que Dios, el Amor, proporciona a Sus hijos la capacidad y la sabiduría para dominar cualquier situación dada. Sabía que podía confiar en que el Amor divino protegería a mi hija dondequiera que estuviera, y a todos los demás también.

Ese primer día, al dejarla en la escuela, le aseguré que el amor, la presencia y el poder de Dios estarían con ella. Y oré con todo mi corazón para obtener una comprensión más profunda de ese amor, presencia y poder. Oré para no ser engañada a creer que el miedo y el mal eran poderosos, o que incluso estaban presentes. A pesar de mis oraciones, mi hija me contó que una pandilla de niñas de la escuela la habían amenazado, diciéndole que no regresara al día siguiente o sería asesinada.

Entonces me vino con fuerza este versículo de Isaías: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (41:10). Nos abrazamos estrechamente y repetimos este versículo hasta que nos sentimos en paz. La oración nos dio la confianza de que el gran amor de Dios la protegería a ella, y a las otras chicas también.

La Biblia revela a Dios como la fuente de toda inteligencia y sabiduría, por lo que la guía que necesitamos para enfrentar situaciones difíciles proviene directamente de Dios, la Mente divina. Le conté la situación al director de la escuela. Él habló con las chicas y sus padres, quienes aceptaron apoyar a mi hija. Cuando regresó a la escuela, el ambiente era más amigable. Pronto hizo amigos. Varios de sus compañeros de clase nos invitaron a sus casas a cenar, y mi hija participó en las actividades escolares. 

El período de ansiedad había pasado. La confianza pura, simple e inocente de mi hija en Dios la ayudó a probar que ver a los demás como Dios los creó y expresar amor fraternal echa fuera el temor y el peligro y nos mantiene a salvo.

Cada uno de nosotros, incluidos tú y yo y aquellos que amamos, estamos seguros y protegidos porque Dios, que es Amor, nos ama a cada uno de nosotros, individual y colectivamente. Y como dice un himno,

En el Amor no hay daño ni amargura;
destruye el temor y nos brinda gozo;
los males cura Amor;
el amar cumple la ley;
respuesta es a oración”
(Margaret Morrison, Himnario de la Ciencia Cristiana, N° 179, trad. © CSBD) 

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