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Original Web

Cómo he orado sobre los casos prolongados

Del número de noviembre de 2023 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 11 de septiembre de 2023 como original para la Web.


El cristianismo primitivo, como Cristo Jesús lo enseñó, incluía el uso de la oración para resolver problemas. Las oraciones sanadoras de Jesús se basaron en una comprensión del poder de Dios para ayudar a las personas cuando lo necesitaban.

Durante el ministerio de tres años del Maestro, introdujo una forma de vivir que alentaba a las personas a amar a los demás, ayudar a los demás y hacer a los demás lo que les gustaría que les hicieran a ellos. Su teología se basaba en el Primer Mandamiento, tener un solo Dios: un Dios Todopoderoso que creó todo, y para quien todas las cosas son posibles. Enseñó a la gente a orar, y demostró que esto tiene como resultado la curación.

Volverse habitualmente a Dios en oración para sanar es fundamental para la práctica de la Ciencia Cristiana. Desde que Mary Baker Eddy la descubrió en 1866, la Ciencia Cristiana ha demostrado ser muy eficaz, y hay un registro bien documentado de su poder sanador en el capítulo “Los frutos”, de su libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, y en las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana, como esta, desde 1883. 

Sin embargo, hay momentos en que los casos se prolongan. Cuando esto ocurre, a menudo surge la pregunta de cómo uno debe orar al respecto. Los Científicos Cristianos están acostumbrados a recurrir a la Biblia y al libro de texto de la Ciencia Cristiana para encontrar respuestas, porque la práctica de la Ciencia Cristiana se basa en la autoridad bíblica y en la dirección del Consolador divino: el espíritu de Dios o la Verdad. En cada caso, una devoción firme a la Verdad es superior a cualquier resistencia obstinada de un problema o error. La Palabra inspirada de la Biblia, junto con Ciencia y Salud, es capaz de revertir sistemáticamente los errores de la forma de pensar humana, superar la materialidad de la época y eliminar el peso de la opinión humana en el lado equivocado.

Con cada paso de oración, nos acercamos más a ver como Dios ve, y nos reconocemos como perfectos, completos y libres.

Por ejemplo, si uno ha orado durante mucho tiempo sin lograr la curación como resultado, puede parecer que las oraciones son palabras vacías y los intentos de experimentar la curación a través de la oración son en vano. Pero ¿significa esto realmente que nuestras oraciones han fallado o que Dios nos ha abandonado? 

La respuesta se puede encontrar en la Biblia y en los escritos de Eddy. Moisés aseguró al pueblo: “El Señor tu Dios es el que va contigo; no te dejará ni te desamparará” (Deuteronomio 31:6, LBLA). Primera a los Corintios aconseja: “Hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (15:58). Y Ciencia y Salud afirma: “¿Somos beneficiados mediante la oración? Sí, el deseo que parte hambriento de justicia es bendecido por nuestro Padre, y no vuelve a nosotros vacío” (pág. 2).

En mi experiencia, cada oración es respondida, sin excepción. Es posible que la respuesta no resuelva instantáneamente todo el problema, pero siempre revelará el siguiente paso a dar. Y con cada paso en oración, nos acercamos más a ver como Dios ve, y nos reconocemos a nosotros mismos y a los demás como espirituales, perfectos, completos y libres.

Cuando estaba en tercer grado, mi clase tenía tres grupos de lectura diferentes que se basaban en si un estudiante leía a un ritmo lento, promedio o rápido. Yo estaba en el grupo lento, y mi maestra les dijo a mis padres que no solo era un lector extremadamente lento, sino que tenía una capacidad muy escasa para comprender lo que leía. Si bien el término discapacidad de aprendizaje aún no se había introducido, así es como se describiría el problema hoy. En general, se acepta que no existe cura para lo que en la actualidad se considera un trastorno neurológico permanente.

Debido a mis problemas de lectura, mis años de aprendizaje académico fueron todo un desafío. Sin embargo, a lo largo de los años, mis padres y yo oramos constantemente para superar la etiqueta que limitaba mi capacidad de aprendizaje. Nuestras oraciones se basaban en lo que sabíamos de las enseñanzas de la Ciencia Cristiana; es decir, que la inteligencia es una cualidad de Dios, y que, como hijo de Dios, yo reflejaba todo lo que Dios, o la Mente divina, sabe y comprende. Estaba aprendiendo que mi inteligencia no provenía de un cerebro humano, sino de la Mente divina.

Aunque estaba orando, no me convertí en un lector experto de la noche a la mañana. Sin embargo, a medida que pasaban los años, estaba agradecido de ver una mejoría en mis habilidades de lectura y comprensión, y me sentía más esperanzado.

Cuando me hice mayor, asumí más la responsabilidad de orar por mi cuenta. Me rebelé contra la noción de una discapacidad. Ciencia y Salud dice: “El Espíritu diversifica, clasifica e individualiza todos los pensamientos, los cuales son tan eternos como la Mente que los concibe; pero la inteligencia, la existencia y la continuidad de toda individualidad permanecen en Dios, quien es su Principio divinamente creativo” (pág. 513).

Una vez que acepté la clasificación divina sobre mí como una idea inteligente de Dios, la Mente, hubo un cambio maravilloso en mi pensamiento y la etiqueta humana desapareció. Ya no me centraba en leer, sino en ser un lector; oré mucho considerando las obligaciones morales de ser un Lector en una iglesia de la Ciencia Cristiana, como lo describe nuestra Guía en el Manual de La Iglesia Madre. Estas incluyen ser un cristiano ejemplar, permanecer “sin mancha del mundo, —incontaminados del mal” (pág. 31), y leer con comprensión. Cuanto más aceptaba estas demandas espirituales en mi vida diaria, más comprendía.

Durante muchos años de oración constante, hubo un progreso gradual, y por muchas décadas he podido leer y comprender en lo que se consideraría un nivel normal. Esta experiencia me demostró que nuestras oraciones nunca son en vano, y que la Ciencia Cristiana sana incluso los casos que el mundo afirma que son incurables. El resultado más valioso de esta experiencia fue que no solo me convertí en un buen lector, sino que, lo que es más importante, me convertí en una mejor persona.

En la conversación diaria, la frase “todavía no” se usa para explicar que algo no ha ocurrido, pero se espera que suceda. Esto no es algo malo; simplemente significa que no hemos terminado una acción. Esta es una forma perfectamente legítima de pensar acerca de la curación que no se realiza del todo de inmediato. En la mayoría de los casos, esto indica que el trabajo no se ha logrado por completo, a pesar de que mucho trabajo bueno se ha hecho hasta ahora, y se espera una curación completa.

En sus escritos sobre la curación espiritual, Eddy menciona que “la hermosura de la santidad no se ha logrado todavía, simplemente debido a que los tesoros de [Ciencia y Salud] aún no se han puesto al descubierto ante la mirada de muchos hombres” (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 114). También escribe, después de referirse al “neófito en Ciencia Cristiana”, que “en la curación y la enseñanza el estudiante no ha logrado todavía la sabiduría total de la práctica de la Mente” (Retrospección e Introspección, pág. 78). ¡Y eso está bien! La experiencia me ha demostrado que incluso cuando aún no hemos experimentado la curación completa, esta todavía se manifestará cuando los tesoros, la belleza y la sabiduría de Dios se materialicen de manera demostrable.

Hay muchas instancias en la vida en las que algo que anticipamos no sucede tan rápido como esperábamos. Esto no significa necesariamente que estemos haciendo algo malo o que nuestras vidas no sean la semejanza del Cristo. Quizá quiera decir que necesitamos demostrar más de la vida de Cristo: más compasión, generosidad y valor moral propios del Cristo; más convicción y menos dudas; más fe y menos miedo; más comprensión y menos ignorancia. En tales situaciones, aprendemos a ser pacientes; es decir, firmes en nuestros esfuerzos.

No hay duda de que el objetivo es tener una curación rápida, pero hasta que dominemos por completo esa demostración, nuestra práctica actual de la Ciencia Cristiana sigue siendo extremadamente eficaz. Los enfermos son sanados, los pecadores son reformados y, como resultado, nuestro mundo es transformado paso a paso. Ya sea que las curaciones sean lentas o rápidas, toda curación conduce a una mejor comprensión de Dios.

Cuando se necesita más oración, me niego a perder la esperanza de sanar, no importa cuánto tiempo tome. No me rendiré ni cederé al desaliento. Tal negativa no se basa en la fuerza de voluntad humana, sino en la comprensión metafísica del poder divino.

La Fundadora de la Ciencia Cristiana señaló que “encuentra el camino menos difícil cuando tiene la meta elevada siempre ante su pensamiento, que cuando cuenta los pasos al esforzarse por alcanzarla” (Ciencia y Salud, pág. 426). Del mismo modo, encuentro que si un caso se prolonga, el camino es menos desalentador cuando mantengo la meta elevada de la curación espiritual ante mi pensamiento, en lugar de contar el número de días que he estado orando. La necesidad de continuar orando no es un problema, sino más bien una oportunidad para más crecimiento, más gracia, más persistencia y más bendiciones. No tengo ninguna duda en mi corazón de que, en última instancia, cada problema debe cesar y se producirá la curación como resultado. 

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