Quiero compartir dos curaciones geniales que he tenido con mis perros.
Una mañana antes de la iglesia, mi perro Coal salió y se fue corriendo por la calle. No llevaba puesto el collar con su identificación, así que nos preocupaba lo que podría suceder si se alejaba demasiado de casa.
Mi papá y yo salimos a buscarlo. Comencé a orar de la manera en que aprendí en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, porque sabía que no teníamos mucho tiempo para encontrarlo antes de irnos a la iglesia. Sabía que la idea de que mi perro podía perderse no provenía de Dios, que es Amor y del todo bueno. Así que, en lugar de escuchar ese pensamiento y tener miedo, podía escuchar a Dios, quien me ayudaría a encontrarlo. Poco después de tener ese pensamiento, vimos a Coal en el camino y pudimos alcanzarlo en el jardín de alguien. Cuando nos vio venir, incluso se sentó y nos esperó. Lo trajimos a casa sano y salvo, y yo estaba muy agradecido a Dios.
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