En el jardín del pensamiento es útil tener muchas herramientas diferentes. Ahora, la gratitud es una de mis herramientas favoritas, pero no siempre lo fue.
Mis padres me enseñaron a ser educada y a dar gracias, y sentía que lo hacía. Como crecí en una familia que practicaba la Ciencia Cristiana, sabía que su Descubridora, Mary Baker Eddy, ofrecía el siguiente consejo: “La gratitud y el amor deberían reinar en todo corazón cada día de todos los años” (Manual de La Iglesia Madre, pág. 60). Sospeché que había más en esa declaración de lo que parece en la superficie, pero pensé que tenía mejores cosas en qué pensar y que la gratitud no podía ser tan importante en el gran esquema de las cosas. ¡Ah, me esperaba una sorpresa!
Un día, cuando me sentía desanimada, un amigo me sugirió que escribiera una lista diaria de gratitud. El único requisito era renovarla. Esto no fue difícil, ya que había muchas cosas por las que estaba agradecida. La belleza de la naturaleza siempre había sido una fuente de alegría para mí, y había mucho de eso para apreciar cada día. Estaba agradecida por el fiel amor de mi esposo, mis hijos, mi familia de la iglesia, mis amigos, un trabajo que me encanta, mi casa, abundancia de comida, etc. Escribir la lista fue divertido y me hizo feliz.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!