En el jardín del pensamiento es útil tener muchas herramientas diferentes. Ahora, la gratitud es una de mis herramientas favoritas, pero no siempre lo fue.
Mis padres me enseñaron a ser educada y a dar gracias, y sentía que lo hacía. Como crecí en una familia que practicaba la Ciencia Cristiana, sabía que su Descubridora, Mary Baker Eddy, ofrecía el siguiente consejo: “La gratitud y el amor deberían reinar en todo corazón cada día de todos los años” (Manual de La Iglesia Madre, pág. 60). Sospeché que había más en esa declaración de lo que parece en la superficie, pero pensé que tenía mejores cosas en qué pensar y que la gratitud no podía ser tan importante en el gran esquema de las cosas. ¡Ah, me esperaba una sorpresa!
Un día, cuando me sentía desanimada, un amigo me sugirió que escribiera una lista diaria de gratitud. El único requisito era renovarla. Esto no fue difícil, ya que había muchas cosas por las que estaba agradecida. La belleza de la naturaleza siempre había sido una fuente de alegría para mí, y había mucho de eso para apreciar cada día. Estaba agradecida por el fiel amor de mi esposo, mis hijos, mi familia de la iglesia, mis amigos, un trabajo que me encanta, mi casa, abundancia de comida, etc. Escribir la lista fue divertido y me hizo feliz.
No obstante, después de un tiempo sentí que todavía no estaba obteniendo el cuadro completo, así que escuché atentamente para recibir renovada inspiración de la Mente divina, Dios, que siempre está impartiendo ideas inteligentes al hombre. Al escuchar las ideas de la Mente somos guiados hacia adelante, y lo que sentí fue un empujoncito para profundizar mi comprensión de la gratitud.
Tomé cada cosa por la que estaba agradecida y la traduje en un pensamiento, que la Ciencia Cristiana enseña es la sustancia de todas las cosas.
Recordé un pasaje del texto principal de la Sra. Eddy sobre la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras. Dice así: “Si no estamos agradecidos por la Vida, la Verdad y el Amor, y sin embargo damos gracias a Dios por todas las bendiciones, somos insinceros e incurrimos en la censura aguda que nuestro Maestro dirige a los hipócritas” (pág. 3). Así que comencé a preguntarme: ¿Estaba agradecida por las cosas, o estaba agradecida por la Vida, la Verdad y el Amor, Dios?
Bueno, definitivamente estaba agradecida por muchas cosas, y no hay nada de malo en eso. Sin embargo, las cosas son temporales; nunca duran. Quizá aprecies una rosa hermosa y fragante, pero una rosa recién cortada no dura mucho más de una semana. ¿Y entonces qué? ¿Debes elegir otra rosa? Tal vez, pero ¿qué sucede cuando el rosal en sí hace una pausa o llega el invierno?
De nuevo sentí el empujoncito para mirar más profundamente. Estaba familiarizada con esta declaración de Ciencia y Salud: “La Ciencia divina, elevándose por encima de las teorías físicas, excluye la materia, resuelve las cosas en pensamientos y reemplaza los objetos del sentido material por ideas espirituales” (pág. 123).
Traté de poner ese concepto en práctica. Tomé cada cosa por la que estaba agradecida y la traduje en un pensamiento, que la Ciencia Cristiana enseña que es la sustancia de todas las cosas. Por ejemplo, estaba agradecida por mi auto, que es muy cómodo y ha servido bien a nuestra familia durante muchos años. Pero entonces me di cuenta de que no era el coche físico lo que apreciaba tanto como la capacidad de ir de un lugar a otro. Y mi coche no es sólo un medio de transporte; también es útil de otras maneras, como un lugar para orar de camino al trabajo o un lugar para conversar con mi hija adolescente mientras va y viene de sus actividades. A menudo me siento en mi auto sin ir a ninguna parte cuando necesito un lugar para estar a solas con Dios y mis pensamientos o cuando necesito orar o cantar en voz alta sin molestar a mi familia.
Siempre había estado agradecida por el albaricoquero de mi jardín de atrás, pero ahora tenía un nuevo aprecio por las cualidades derivadas de Dios que expresa: refugio, belleza, fecundidad, crecimiento, vida, simetría, robustez, etc. A medida que mi lista de gratitud se espiritualizaba cada vez más, mi alegría fue en aumento.
Luego, mientras conducía a casa desde el trabajo un día, escuché un podcast de Sentinel Watch con Beth Packer, una practicista de la Ciencia Cristiana de Australia (“If I know, you know,” August 8, 2022). En la entrevista, compartió su gratitud por su esposo, quien, todas las mañanas, le lleva el desayuno a su oficina, donde le gusta estudiar y orar antes de comenzar su día. Ella siempre le agradece, pero un día pensó: “Gracias, Dios mío, por este hombre bueno”. Y el siguiente pensamiento que le vino fue: “No, Beth, ese soy Yo. ¡Ese soy Yo amándote!”.
Y de repente lo comprendí. Dios —la Vida, la Verdad y el Amor— es la fuente de todas las cosas por las que estoy agradecida, sin importar cómo aparezcan en mi experiencia. Dios es la causa de todo lo que es bueno en mi vida. ¡Qué cambio de paradigma! Desde ese día, me ha resultado mucho más fácil sentir la presencia de nuestro Padre-Madre Dios, verla verdaderamente en todas partes y expresada en todo lo bueno. No puedo decir que nunca tenga momentos de desaliento, pero ahora sé que la gratitud es un gran remedio para esos momentos, y se presentan con mucha menos frecuencia.
Ciencia y Salud pregunta: “¿Estamos realmente agradecidos por el bien ya recibido?”; y luego aconseja: “Entonces aprovecharemos las bendiciones que tenemos, y así estaremos capacitados para recibir más” (pág. 3). He descubierto que cuanto más agradecida estoy, más de Dios veo. Y cuanto más veo de Dios, más feliz soy.
La gratitud nos levanta de la oscuridad y el desaliento porque abre nuestra consciencia al bien que ya está presente en nuestras vidas y nos permite ver más de él. Y es imposible guardar la gratitud para nosotros mismos; tiene que ser compartida. La gratitud multiplica nuestras bendiciones, lo que multiplica nuestra gratitud, lo que nos permite ver más del bien, Dios. Es un ciclo infinito de bien. ¡Qué poderosa herramienta para la oración!
