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Original Web

CÓMO CONOCÍ LA CIENCIA CRISTIANA

Dios satisface nuestras necesidades

Del número de noviembre de 2023 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 27 de julio de 2023 como original para la Web.


Cuando tenía diecinueve años y vivía cerca de París, decidí que era hora de obtener mi licencia de conducir. Después de tomar el programa completo de clases en una escuela de manejo, aprobé el examen teórico pero fallé la prueba de carretera dos o tres veces. En Francia, la prueba de carretera puede ser exigente, y me intimidaba la presencia en el automóvil del inspector que examinaba mi conducción. Me sentí muy mal por fallar la prueba repetidamente y me desanimé, así que detuve el proceso, sin saber qué hacer.

Luego, mientras servía durante un año en el ejército francés como paracaidista, también estaba tratando de encontrar respuestas a preguntas existenciales. Me preguntaba de qué se trataba la vida y comencé a leer libros que pensé que podrían proporcionar respuestas a mis preguntas. Curiosamente, durante ese tiempo dejé de beber y fumar, así como de usar un medicamento para la sinusitis del que anteriormente había sentido que no podía prescindir. En retrospectiva, me doy cuenta de que tenía el deseo de ser puro y de independizarme de estas sustancias, y que este deseo me había hecho progresar.

Uno de los libros que estaba leyendo era la Biblia, que fue algo notable porque yo consideraba que el cristianismo era obsoleto, místico y poco interesante. Pero vislumbré al Cristo, la Verdad divina, y discerní el hecho de que el mensaje de la Biblia era totalmente espiritual y bueno y que el verdadero cristianismo —el cristianismo de Cristo— era maravilloso. Un efecto inmediato de esa nueva percepción fue que dejé de usar drogas “recreativas”, algo que había estado haciendo de vez en cuando. Todo esto tuvo lugar en los últimos meses de mi tiempo en el ejército.

Una noche, después de mis deberes militares, di un paseo por el centro de la ciudad y vi un libro abierto en la ventana de lo que parecía ser una librería. Un pasaje del libro estaba subrayado. Curioso, me detuve y lo leí, ¡y me quedé maravillado! Tenía mucho sentido para mí, ya que me di cuenta de que me estaba hablando de la comprensión espiritual que había estado obteniendo las últimas semanas. Emocionado, entré en la tienda, una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana, y compré el libro, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy. 

Comencé a leer este libro con regularidad y avidez además de la Biblia. Fue una experiencia maravillosa. El libro realmente me habló, confirmando mis intuiciones espirituales y explicando el significado espiritual de la Biblia y la naturaleza espiritual de la vida. 

Seguí estudiando la Ciencia Cristiana después de completar mi año en el ejército. Con la creciente confianza en que podía confiar en Dios para mis necesidades, decidí intentar tomar nuevamente el examen de conducir. La Sra. Eddy escribe: “Padre-Madre es el nombre para la Deidad, que indica Su tierna relación con Su creación espiritual” (Ciencia y Salud, pág. 332). Sabiendo que Dios es Amor, confié en que no había razón para temer al inspector o la prueba de carretera: Dios estaba a cargo. Con ese enfoque espiritual, se me ocurrieron un par de ideas prácticas. Tomé algunas clases de manejo y me preparé para el examen. Sentí que Dios, el Espíritu, estaba apoyando estos esfuerzos legítimos para estar listo. 

Cuando llegó el día de mi examen, todavía estaba un poco aprensivo, pero también confiaba en el cuidado de Dios. Durante el examen, llegué a dos lugares donde el semáforo estaba atascado en rojo, lo que hacía necesario que los automóviles se turnaran cautelosamente para pasar entre sí. En el primer semáforo yo no quería avanzar, ya que normalmente es una falla de conducción pasar con el semáforo en rojo. Entonces, el inspector me dijo que siguiera adelante, y lo mismo sucedió con el segundo. Todo procedió sin problemas después de eso, y aprobé el examen. Estaba agradecido, asombrado y me pareció divertido. ¡Fue gracioso poder decir que pasé dos semáforos en rojo y, no obstante, aprobé la prueba! Para mí, de alguna manera, esto era como si Dios me dijera: “Ves, Conmigo todo es posible”. 

En los años siguientes, hubo otras demostraciones, a veces a través de la ayuda de un practicista de la Ciencia Cristiana, de la confiabilidad del cuidado de Dios, como encontrar un trabajo y desarrollarme en mi profesión. Pero lo principal era que estaba creciendo espiritualmente. La edición en francés de El Heraldo de la Ciencia Cristiana se convirtió en una fuente de admiración para mí, con sus testimonios y artículos “confirmando la palabra con las señales que la seguían” (Marcos 16:20). 

Sin embargo, aunque asistía a la iglesia ocasionalmente, no me convertí en miembro de una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, por más de 15 años, porque no confiaba en la religión organizada, basado en muchas cosas que sabía que se habían hecho en nombre de la religión en la historia de la humanidad. Temía perder cierto grado de libertad o que hubiera proselitismo, etc. No obstante, finalmente, las demandas de mi trabajo me llevaron a buscar un apoyo más fuerte en la Ciencia Cristiana, y comencé a asistir regularmente a una iglesia filial en París. 

Pronto me di cuenta de que era refrescante escuchar la Lección-Sermón semanal del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana que se leía en voz alta y me ayudaba a percibir la Vida espiritual, Dios, por encima de las dificultades de la existencia diaria. Además, encontré que los miembros eran muy amables y respetuosos; no había proselitismo. Me sentí apoyado y apreciado. Me convertí en miembro de esa filial y, unos años más tarde, de La Iglesia Madre, La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston. 

Años después, me di cuenta de que en el Manual de La Iglesia Madre la Sra. Eddy establece que las iglesias filiales se gobiernen democrática e individualmente en relación con La Iglesia Madre (véase pág. 70). También llegué a apreciar el hecho de que el pastor de la Ciencia Cristiana consiste en la Biblia y Ciencia y Salud en vez de una persona, y que el Manual da lugar para el progreso individual a nuestro propio ritmo.

Desde mi perspectiva actual, veo que mi búsqueda de la Verdad cuando era joven me llevó a descubrir señales de que la Vida es el Espíritu, y desde allí a encontrar la Ciencia Cristiana. Debido a esto, sé que he encontrado la “perla de gran valor” (Mateo 13:46 LBLA). Estoy muy agradecido de que la Ciencia Cristiana confirmara mis intuiciones espirituales, hiciera aún más claro para mí lo que había vislumbrado en la Biblia y respondiera mis preguntas. También, a través de la iglesia, me ha dado un lugar para crecer y me ha proporcionado compañeros con la misma comprensión espiritual. 

Gradualmente, me ha sido revelado que mi verdadera naturaleza es espiritual; hecha “a la imagen y semejanza de Dios” (Ciencia y Salud, pág. 475); y una con Dios, la única Mente. He comprendido que, más allá de tener éxito en mis otros empeños, el hecho importante es la vida en y de Dios. Estoy agradecido de saber que realmente vivimos en el reino de los cielos y que “todas las cosas son posibles para Dios” (Marcos 10:27).

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