En mi patio hay un árbol de mango. En el verano de 2021, produjo tantos frutos que una de las ramas se separó debido al peso. Sin embargo, no se rompió por completo. La mitad de la rama todavía estaba aferrada al tronco, así que subí al árbol para cortar lo que quedaba de ella.
Pero la rama no caía, así que lo golpeé con mi bota, y luego grité de dolor por la fuerza del golpe. Pensé que me había fracturado el pie.
Con gran dificultad me bajé del árbol, me limpié y me acosté a descansar. Parecía como si mi pie estuviera diciendo: “Aquí estoy, en forma de un dolor muy fuerte, inflamación y preocupación”. Aunque sabía que mi pie no estaba hablando realmente, entendí que los pensamientos provenían de lo que la Ciencia Cristiana denomina mente mortal: una supuesta conciencia que no proviene de Dios y que da una visión mortal de la existencia.
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