Un día de invierno, llegué a casa de la escuela y no me sentía muy bien. Me dolía la cabeza, y estaba adolorido y cansado. Mi mamá me tomó la temperatura y descubrió que tenía fiebre. Mis padres tienen diferentes maneras de ayudarme cuando no me siento bien, porque mi padre es Científico Cristiano y mi mamá no lo es. Pero siempre trabajan juntos para cuidarme.
Mi papá me llamó al estudio y se sentó conmigo en nuestro gran sofá verde. Comenzamos a orar. Después de un minuto, mi papá empezó a cantarme un himno con letra de Mary Baker Eddy llamado “Apacienta mis ovejas”. Es mi himno favorito, y comienza así:
La colina, di, Pastor,
cómo he de subir;
cómo a Tu rebaño yo
debo apacentar.
Fiel Tu voz escucharé,
para nunca errar;
y con gozo seguiré
por el duro andar.
(Himnario de la Ciencia Cristiana, N° 306)
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