Un estado de pensamiento elástico —aquel en el que las vislumbres nuevas y espirituales son adoptadas con facilidad— identifica a un cristiano. Además, un estado de consciencia sólido y firme es una cualidad muy útil que identifica a un cristiano. Cuando un cristiano ora con humildad y está lleno de la inspiración de Dios, la Verdad divina, nada en absoluto puede apartarlo de ella.
Al considerar la importancia de tener una perspectiva elástica, Jesús señaló la humilde disposición de los niños. Él dijo: “Así que, cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos” (Mateo 18:4). Un estado de pensamiento como el de un niño es conducido fácilmente hacia adelante. Es una perspectiva confiable y, por lo tanto, cambiada y moldeada con alegría para mejor.
En cuanto a la firmeza y la solidez, Jesús contó una parábola: “Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca” (Mateo 7:25). La roca simboliza la firme inspiración sanadora que Dios constantemente nos proporciona a cada uno de nosotros, Sus hijos amados.
Las inundaciones y los vientos de duda, temor, resentimiento, renuencia, arrepentimiento, etc., pueden golpear considerablemente contra la “casa”, nuestro pensamiento, no obstante, no tienen la capacidad de conmovernos o desanimarnos cuando nuestro fundamento mental es la Verdad sólida como una roca.
Pronto, en la quietud de la oración, mi corazón fue suavemente tocado.
Por lo tanto, un estado elástico y receptivo de pensamiento y un estado de pensamiento firme como una roca trabajan juntos para servir a nuestro crecimiento espiritual.
Esto me fue demostrado recientemente cuando movía algunas piezas pesadas del equipo del rancho. Me rasguñé el dedo contra una pared de cemento, y al día siguiente mi mano parecía estar infectada. Cada mañana, me encanta dedicar algún tiempo a orar por el mundo, y últimamente he estado orando en particular por la ansiedad general que siente actualmente la humanidad respecto a la infección. Este día, mientras oraba, decidí que quería ser maleable, receptivo a la ayuda inspiradora y transformadora de Dios. Aspiraba a estar especialmente dispuesto a avanzar y aprender. La Fundadora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, observa en su libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, “La disposición de llegar a ser como un niño y dejar lo viejo por lo nuevo, torna el pensamiento receptivo a la idea avanzada. La alegría de abandonar las falsas señales del camino y el regocijo al verlas desaparecer, esta es la disposición que ayuda a acelerar la armonía final” (págs. 323-324).
Pronto, en la quietud de la oración, mi corazón fue tocado suavemente por este concepto tan alentador: la infección no es un componente de Dios. Pude sentir el amor de Dios en el momento en que esta idea sanadora apareció en mi pensamiento. Me alegré porque rápidamente me di cuenta de lo que esto significaba para todos. La Ciencia Cristiana enseña que todos nosotros, en lugar de ser productos de procesos materiales, somos en realidad la expresión de Dios. Por ser creación de Dios, manifestamos sólo Su condición eterna de bondad y perfección espiritual.
Mientras oraba, razoné además que si la infección no es un componente de Dios, entonces ciertamente no es un componente de lo que expresa a Dios. Y esto, reconocí con alegría, se aplica a cada uno de los hijos de Dios sin excepción. ¡Sonreí para mí mismo porque de repente me di cuenta de que lo que acababa de aprender también se aplicaba a mí!
La disposición de cambiar mi perspectiva fue el aspecto elástico de mi oración. Ahora sabía que debía venir la parte firme como una roca. Decidí mostrar mi gratitud a Dios abandonando por completo lo que solía pensar sobre la infección y abrazando, en cambio, con toda certeza lo que Dios me había mostrado respecto a la invulnerabilidad espiritual tanto de Él mismo como de toda Su descendencia.
Ciencia y Salud instruye a los lectores: “Mantén tu pensamiento firmemente en lo perdurable, lo bueno y lo verdadero, y los traerás a tu experiencia en la proporción en que ocupen tus pensamientos” (pág. 261). Me comprometí a aferrarme con firmeza a la idea simple y nueva que Dios me había mostrado, y al día siguiente mi mano estaba completamente sana. Me alegré mucho por esta útil lección.
Cuando oramos, podemos permitir que la reconfortante inspiración de Dios nos conmueva fácilmente. Tan solo se necesita un ligero toque de la inspiración divina para reposicionar la consciencia elástica de alguien que ama a Dios de todo corazón. Entonces, podemos aferrarnos con felicidad a la roca, a lo que Dios nos ha dado con todo amor. Esto produce la curación cristiana de la manera en que Jesús enseñó.