Con el marcado aumento de actos violentos en todo el mundo, muchos se preguntan cómo pueden evitar que ellos y sus seres queridos sean víctimas de hechos de violencia intencionales o aleatorios. Aplicar de manera práctica el conocimiento que Dios nos ha dado de que estamos exentos del mal fue importante en mi trabajo como consejera correccional de jóvenes.
En una ocasión, como asesora de una estudiante universitaria pasante, observaba su interacción con un cliente en un cuarto contiguo. De repente, él sacó un cuchillo y la amenazó. Me volví a Dios, la Mente divina, e inmediatamente entré y me puse entre ellos. Afirmé en oración que la Mente está gobernando a toda su creación y que no hay nada ni nadie fuera o separado de esta autoridad divina. Sentí una profunda confianza en la presencia y el poder de Dios que todo lo abarca.
Cuando enfrenté al joven, le dije serenamente: “No le harás daño a ella ni a nadie más. Tú no quieres hacer eso. Dame el cuchillo”. Después de una larga pausa, me lo entregó y me fui con la pasante. La comprensión de Dios como Amor omnipresente e infinito había eliminado el temor en mí. Y aunque inicialmente me sentí conmocionada, la pasante me aseguró que ella estaba bien. (Más tarde, confirmó que permaneció completamente libre de cualquier problema postraumático en las semanas y meses que siguieron.)
Cuando volví al cuarto, la actitud del joven cliente seguía siendo combativa. Pero continué sintiendo una profunda paz, y con calma terminé el trabajo previsto para esa sesión. Aunque agregué una penalización por su comportamiento, él la aceptó y, por primera vez, cumplió con los términos de una sanción sin quejarse.
Durante los siguientes meses de trabajo con el joven, oré diariamente para entender que, por ser ideas espirituales de la Mente divina, solo somos motivados por esta Mente infinita, la única Mente que existe. El reino de Dios, donde la Mente es suprema, está “dentro” de cada uno de nosotros (véase Lucas 17:21, KJV). Dios es el único poder; por lo tanto, el mal no tiene poder para echar raíces en la consciencia; y ninguna capacidad para crear una persona violenta. La soberanía absoluta de Dios, el bien, nos da la capacidad irrefutable de vencer todo mal que enfrentemos.
En un período de 18 meses, fui testigo de un gran cambio en esta persona. Pasó, de ser conocido entre las diversas agencias policiales y correccionales juveniles como un delincuente reincidente garantizado, a ser descrito por su supervisor del trabajo como un modelo sobresaliente. Finalmente, se disculpó por su habitual comportamiento beligerante y agresivo. Fue inspirador ver su crecimiento en gracia, respeto y gratitud.
Nadie necesita sufrir ni la violencia ni el miedo a ella. Si bien las defensas humanas no pueden proporcionar cierta protección contra el crimen o eliminar la ansiedad de convertirse en una víctima, podemos encontrar una seguridad infalible en Dios. Podemos orar: “Líbrame, oh Señor, del hombre malvado; guárdame del hombre violento” (Salmos 140:1, KJV). Esta petición puede ser un primer paso vital para liberarse tanto del terrorismo como del terror.
La Ciencia Cristiana, la Ciencia que explica el poder protector y sustentador de Dios, nos muestra cómo protegernos a nosotros mismos y a los demás al comprender la omnipresencia y omnipotencia de Dios. La Biblia proporciona muchos ejemplos de individuos que encontraron seguridad mediante su confianza en Dios. Por ejemplo, Jesús mostró el poder dominante de Dios cuando caminó ileso a través de una multitud furiosa que quería arrojarlo por un acantilado (véase Lucas 4:28-30). Tomó una constante posición en contra del “hombre violento” y, después de su crucifixión, demostró la absoluta impotencia del mal por medio de su resurrección y ascensión.
La Ciencia Cristiana enseña cómo resistir el miedo al mal, que a menudo se intensifica cuando nos detenemos en pensamientos preocupantes, experiencias pasadas e imágenes que circulan en las noticias. También nos muestra cómo superar la preocupación y el pánico al confiar en el hecho espiritual contrario: la verdad de que Dios es la Mente omnipotente y la fuente de todo ser.
Dios también es Espíritu, por lo que la creación de Dios (incluidos todos nosotros) es espiritual, hecha a imagen y semejanza de Dios (véase Génesis 1:26, 27), y está gobernada por la ley de Dios. Por lo tanto, incluimos cualidades tales como integridad, sabiduría, seguridad y afecto. Y como es el Amor eterno, Dios crea y bendice a cada uno de Sus hijos por ser amorosos, amados y adorables. Esta visión divina de Dios y del hombre actúa como una defensa confiable y una influencia regenerativa en nuestras vidas. Nos protege incluso cuando no estamos conscientes del peligro. La comprensión espiritual también reforma a la sociedad y puede eliminar la carga de la forma criminal de pensar de los posibles victimarios.
Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia divina que enseñó y practicó Jesús, nos asegura: “Los buenos pensamientos son una armadura impenetrable; revestidos con ellos estáis completamente protegidos contra los ataques de toda clase de error. Y no sólo vosotros estáis a salvo, sino que todos aquellos en quienes reposan vuestros pensamientos también son por ello beneficiados” (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 210).
A medida que nos identificamos persistentemente a nosotros mismos y a los demás como la semejanza espiritual de Dios y nos esforzamos por expresar las cualidades de perdón, misericordia y amor, experimentamos cada vez más la promesa de Dios: “ Y te libraré de la mano de los malos, y te redimiré de la mano de los fuertes” (Jeremías 15:21).