Crecí en Bogotá, Colombia, y comencé a asistir a la Escuela Dominical en una Iglesia de Cristo, Científico, cuando tenía unos cuatro años. El Dios sobre el que aprendí en ese lugar es el único Dios que he conocido. Un Dios que siempre nos ama y nos bendice, y jamás nos castiga.
Más tarde, estudié comunicación social en la universidad. Sin embargo, hace varios años tomé la decisión de cambiar de carrera para poder ser chef. Estudié cocina en una escuela culinaria y me gradué como cocinera, pastelera. Actualmente trabajo en la escuela.
Hace dos años, comencé a experimentar rigidez y dolor en las manos, especialmente en la derecha. Soy diestra, por lo que uso principalmente esta mano para usar los utensilios de cocina al cocinar. La incomodidad estaba afectando mi trabajo y consulté a un médico, porque mi lugar de trabajo así lo requería. El diagnóstico fue síndrome del túnel carpiano. El médico me explicó que esa condición se podía operar, pero que no era recomendable por mi profesión, porque la cirugía no garantizaría la movilidad total de mis manos. Me sugirió que tratara de vivir con ello, y aconsejó fisioterapia y otras formas de tratar de aliviar el malestar.
Sin embargo, varios meses después el dolor se hizo más intenso. Me di cuenta de que esta situación no podía continuar y me comuniqué con una practicista de la Ciencia Cristiana para que me diera tratamiento. Sentí que había sido guiada por Dios para hacer el cambio de carrera y estaba usando los talentos que Él me había dado y expresando mi amor por las personas al cocinar para ellas. ¿Por qué se me impediría poder hacerlo?
A través de mis conversaciones con la practicista y al reflexionar sobre el Padre Nuestro, comprendí mejor el concepto bíblico de la diestra de Dios, que representa el poder creativo del Padre que nos formó. Vi que Él creó a todos a Su imagen, es decir, espiritualmente y perfectos. Por eso al ser Su hija manifiesto todas sus cualidades libremente sin dolor, impedimento, ni obstáculos. Estudié pasajes inspiradores de la Biblia y Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, lo que me ayudó a comprender mejor que soy la creación perfecta de Dios, una expresión de Dios, que es Amor; por lo tanto, solo puedo experimentar armonía.
Me apoyé mucho en el Padre Nuestro, especialmente en las palabras “Danos gracia para hoy” de la interpretación espiritual que hace la Sra. Eddy de esta oración (Ciencia y Salud, pág. 17). Interpreto esa petición de dos maneras diferentes. Una nos pide que se nos conceda la capacidad de expresar la gracia de la gratitud por las muchas bendiciones que recibimos a diario. Y la otra, nos pide que se nos conceda la gracia de utilizar los talentos que Dios nos ha dado de la mejor manera posible cada día.
Cuando cocino varios platos, mis movimientos son ágiles y armoniosos, que reflejan el amor de Dios al expresar cualidades como alegría y disciplina, que evocan sentimientos de gratitud y satisfacción en mí y en las personas para las que cocino. Me di cuenta de que no hay ninguna barrera que me impida expresar estas cualidades y nada dañino o inarmónico puede resultar de hacerlo. La curación se produjo naturalmente a las dos semanas de comenzar el tratamiento de la Ciencia Cristiana. Durante este tiempo, la practicista apoyó mis oraciones y mi comprensión espiritual se profundizó.
Ya ha pasado más de un año y mis dos manos están bien. La rigidez, el entumecimiento y el dolor han desaparecido y he estado durmiendo plácidamente.
Ahora veo más claramente que Dios nos ha dado a todos un propósito y lo expresamos continuamente. Nada puede quitarnos ese buen propósito. Doy gracias a Dios todos los días por esto, y por las innumerables bendiciones que derrama sobre cada uno de nosotros.
Daisy Patricia Izquierdo Ortiz
Bogotá, Colombia
