Después de graduarme de la universidad, decidí mudarme al otro lado del país para dedicarme a la música. Mientras me preparaba para dejar la casa de mi infancia, fui al ático a buscar una maleta y me topé con el ejemplar de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, que perteneció a mi abuela. Esta fue la primera vez que vi el libro o me encontré con la Ciencia Cristiana, y me intrigó el sello de la portada que mostraba una cruz con una corona. Lo guardé en mi auto al mudarme a Los Ángeles.
Después de establecerme como músico, alquilé un apartamento en una ciudad costera. Mientras vivía allí, me lesioné la mano en una caída, y tocar el piano se volvió casi imposible.
Me sentí impulsado a abrir Ciencia y Salud y leer un párrafo. Así lo hice y luego dejé el libro en el piano. Al día siguiente, mientras estaba sentado al piano anhelando tocar, tomé el libro. En ese momento me di cuenta de que mi mano estaba completamente sana. Yo no sabía nada acerca de la curación en la Ciencia Cristiana, así que me pregunté: ¿Qué había pasado? ¿Cómo ocurrió esto? Aunque confundido, estaba muy contento. Desde entonces he sentido que recurrir al libro simbolizaba acercarse a Dios.
Poco después de esto, ocurrió otro suceso que me acercó aún más a comenzar a estudiar esta Ciencia con dedicación. Había aceptado un trabajo conduciendo un taxi. Una noche muy tarde, entró una llamada para recoger un pasaje. Después de que los pasajeros habían entrado al taxi, uno de los hombres saltó hacia mí desde el asiento trasero. Yo estaba terriblemente asustado. Todos me obligaron a tirarme al suelo fuera del taxi, y me apuñalaron. Mi primer instinto fue recitar el Padre Nuestro, que había aprendido desde niño. Esta fue mi manera de volverme a Dios en busca de ayuda. Los asaltantes huyeron, y yo regresé a mi taxi y fui a una comisaría. Me llevaron a un hospital, donde una enfermera se ocupó de mi herida. Allí dormí toda la noche.
A la mañana siguiente, un cirujano vino a verme. Le dije que era Científico Cristiano y rechacé cualquier analgésico u otro medicamento. Había experimentado la curación espiritual con la herida en mi mano, y sabía que podía sanar nuevamente de la misma manera. Me permitieron salir del hospital. Había declarado públicamente mi compromiso con la Ciencia Cristiana y mi deseo de ser sanado a través de su estudio y práctica. Este fue un gran paso para mí.
Después de salir del hospital, regresé a la Costa Este y me quedé con mi mamá. Me quedé atónito cuando ella me llevó aparte y me dijo, refiriéndose a la lesión: “Richard, usa tu Ciencia Cristiana”. No le había contado a nadie de mi familia sobre mi estudio de la Ciencia Cristiana, y mi madre jamás me la había mencionado mientras crecía. ¡Fue notable! La herida se sanó, regresé a California y hoy estoy libre de cualquier secuela física o mental de la experiencia.
Mi nuevo camino de vida continuó cuando me di cuenta de que había una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, a la vuelta de la esquina de mi apartamento. Cuando asistí a mi primer servicio religioso, se mencionó que el pastor de la Ciencia Cristiana consiste en la Biblia y Ciencia y Salud. Esto resonó en mí. Me había cansado de la predicación que había escuchado en la iglesia en la que me crie. Me gustó que este pastor fuera impersonal —sin opiniones humanas— y me sentía animado y feliz cuando salía de la iglesia después de cada servicio.
Después de comenzar un nuevo trabajo, estaba a pocos pasos de otra iglesia filial y de una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana. Estudiar en la Sala de Lectura se convirtió en una actividad regular, y allí me hice amigo de un ayudante. Con frecuencia hablábamos detenidamente sobre una declaración de Ciencia y Salud que yo sentía describía mi nueva travesía. Dice: “Dios expresa en el hombre la idea infinita desarrollándose a sí misma para siempre, ampliándose y elevándose más y más desde una base ilimitada” (pág. 258).
Amaba mi nueva comunidad eclesiástica, y convertirme en miembro tanto de una iglesia filial como de La Iglesia Madre (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston) era inevitable con todo lo que había aprendido y experimentado. También tomé el curso de dos semanas llamado Instrucción de clase Primaria, donde aprendí a sanar constantemente a través de la oración en la Ciencia Cristiana. Esto me permitió convertirme en capellán en el sistema carcelario del condado de Los Ángeles, un puesto que ocupé durante años. Conocí a mi esposa en esta clase y criamos a dos niños en la Ciencia Cristiana.
Estoy agradecido de haber encontrado la Ciencia Cristiana. Mejor aún, ¡estoy aún más agradecido de que me haya encontrado!
