Quiero expresar mi profunda gratitud por haber encontrado la Ciencia Cristiana. Ha sido una fuente de inspiración y fortaleza, y ha cambiado mi manera de ver y vivir el día a día.
Hace algunos años, viajamos con mi esposo de Quito, Ecuador, a Miami para arreglar algunos temas con un abogado. Esa noche me desperté y me levanté. Di algunos pasos en la oscuridad y me golpeé el pie contra la esquina de la cama. Escuché un fuerte crujido y grité al sentir un dolor terrible. Mi esposo me escuchó y salió corriendo a la cocina a buscar hielo. No sabía que más hacer para ayudarme.
Pensé que me había roto el dedo pequeño, pero, inmediatamente me vino una pregunta al pensamiento: “¿Qué es este ‘me’ que siente dolor?”. Estaba pensando en el párrafo de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy que dice: “Dices: ‘El trabajo me fatiga’. Pero ¿qué es este me? ¿Es músculo o mente? ¿Cuál es el que está cansado y habla así? Sin la mente, ¿podrían los músculos estar cansados?” (pág. 217).
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