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Original Web

Relatos de curaciones

Lesión en un pie sanada

Del número de junio de 2024 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en español

Apareció primero el 28 de marzo de 2024 como original para la Web.


Quiero expresar mi profunda gratitud por haber encontrado la Ciencia Cristiana. Ha sido una fuente de inspiración y fortaleza, y ha cambiado mi manera de ver y vivir el día a día.

Hace algunos años, viajamos con mi esposo de Quito, Ecuador, a Miami para arreglar algunos temas con un abogado. Esa noche me desperté y me levanté. Di algunos pasos en la oscuridad y me golpeé el pie contra la esquina de la cama.  Escuché un fuerte crujido y grité al sentir un dolor terrible. Mi esposo me escuchó y salió corriendo a la cocina a buscar hielo. No sabía que más hacer para ayudarme.

Pensé que me había roto el dedo pequeño, pero, inmediatamente me vino una pregunta al pensamiento: “¿Qué es este ‘me’ que siente dolor?”. Estaba pensando en el párrafo de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy que dice: “Dices: ‘El trabajo me fatiga’. Pero ¿qué es este me? ¿Es músculo o mente? ¿Cuál es el que está cansado y habla así? Sin la mente, ¿podrían los músculos estar cansados?” (pág. 217).

Esto me hizo cambiar mi actitud y comencé a razonar espiritualmente. Ese “me” mortal que decía que estaba herida y lastimada no conocía y no me podía hablar acerca de mi verdadera identidad como idea espiritual de Dios. Mi ser está en Dios y yo Lo reflejo. Dios es Espíritu y jamás puede estar roto.

Oré con el hecho de que soy espiritual, por lo tanto, no estoy sujeta a sufrir heridas ni a las leyes de la materia. También recordé que en Ciencia y Salud dice: “Los accidentes son desconocidos para Dios, o la Mente inmortal, y tenemos que abandonar la base mortal de la creencia y unirnos con la Mente única, a fin de cambiar la noción de la casualidad por el sentido correcto de la infalible dirección de Dios y así sacar a luz la armonía” (pág. 424). Este pasaje me dio la fortaleza para tranquilizarme y orar con más calma. Luego de llenar mi corazón con estas ideas me quedé dormida.

A la mañana siguiente el dolor había casi desaparecido. Se había hecho un hematoma en el pie, pero podía calzarme las sandalias y caminar. En un par de días la decoloración del pie empezó a disminuir y pude usar zapatos. Este incidente no impidió que me moviera con libertad y cumpliera con el propósito del viaje.

Aunque fue maravilloso superar este desafío físico de esta manera, fue profundamente más valioso para mí sentir y saber que Dios estaba junto a mí, dándome las ideas correctas que elevaron mi pensamiento a Su presencia y omnipotencia. ¡Qué maravilloso es saber que soy tierna y totalmente protegida por mi Padre-Madre Dios!

Verónica Bahamonde de Larrea
Quito, Ecuador

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