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Original Web

¿Por qué debo asistir a la iglesia?

Del número de junio de 2024 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Publicado originalmente en alemán

Apareció primero el 22 de marzo de 2024 como original para la Web.


Me solían venir pensamientos acerca de la iglesia, tales como: “¿Realmente quieres ir? ¿Has calculado qué tan lejos tienes que conducir, cuánto cuesta y cuánto tiempo te llevará llegar hasta allí?”. Necesitaba revisar y corregir estos pensamientos. 

Varias ideas de un artículo reciente del Journal me inspiraron mientras pensaba en este tema. La autora escribe: “Más que un vehículo para el culto congregacional, la iglesia es vital para nuestro crecimiento espiritual individual” (Abigail Mathieson Warrick, “Church's healing outreach”, December 2022). Esto se comprende mejor cuando comenzamos con la definición de Iglesia, de Mary Baker Eddy: 

“La estructura de la Verdad y el Amor; todo lo que descansa sobre el Principio divino y procede de él.

“La Iglesia es aquella institución que da prueba de su utilidad y se halla elevando la raza, despertando el entendimiento dormido de las creencias materiales a la comprensión de las ideas espirituales y la demostración de la Ciencia divina, así echando fuera los demonios, o el error, y sanando a los enfermos” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 583).

¿Quiero desperdiciar un recurso tan valioso como la iglesia? Por supuesto que no. ¿Y no es el crecimiento espiritual un buen motivo para asistir a un servicio de la iglesia? Lo es.

El artículo del Journal también me ayudó a darme cuenta de que asistir a la Iglesia es una oportunidad para obedecer los dos mandamientos principales que Cristo Jesús señaló —amar a Dios y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos— incluso al compartir lo que estamos aprendiendo con los demás. La iglesia es un regalo de Dios, que apoya tanto nuestro propio progreso como el de nuestra comunidad. Estoy muy agradecido por ello.

Estas ideas del artículo me facilitaron otra forma de abordar el tema de asistir a la iglesia. Se hizo más clara la necesidad de participar en los servicios religiosos, y me di cuenta de que las razones para mantenerme alejado no tenían una base real.

Sin embargo, veía muchos asientos vacíos en la iglesia. “Dada la importancia de la iglesia, ¿no deberían estar llenos los asientos?”, me pregunté. “¿No hay buscadores?”. No necesité pensar mucho en eso. Hay buscadores en este mundo: buscadores de la Verdad, buscadores del Amor. La Verdad y el Amor son sinónimos de Dios. Y pensé en que cada buscador de mi ciudad tenía un lugar en uno de esos asientos.

Entonces se me ocurrió que hay una ley divina de atracción que lleva a la gente a la iglesia. ¿Podría esta atracción ser otra cosa que el Amor? Si la iglesia procede de Dios —el Principio divino— entonces el Dios Todopoderoso, para quien todas las cosas son posibles, ¿no guiaría a Sus hijos a este lugar donde se eleva la raza y se despierta su entendimiento dormido? La Sra. Eddy escribe: “Sólo hay una atracción real, la del Espíritu. La aguja que apunta hacia el polo simboliza este poder que todo lo abarca o la atracción de Dios, la Mente divina” (Ciencia y Salud, pág. 102).  

Con esto en mente, trabajé para ser consciente de la verdad de que hay una sola Mente. No están las mentes presentes en la iglesia y las mentes que participan en el servicio por teléfono; ni las mentes de esta iglesia y las mentes de otra iglesia; ni las que se sienten satisfechas de ellas mismas y las que son activas. Comprendí que todos somos uno en Dios, que todos tenemos una sola Mente y que solo ella nos gobierna. No existe otra mente.

Me pregunté si se necesitaba algo más para cambiar la situación con los asientos vacíos. Entonces me di cuenta de que es importante reconocer y afirmar lo que ya es verdad —es decir, la presencia del bien infinito— incluso en situaciones que presentan una imagen diferente.  

Sé que no soy el único en la iglesia que hace este trabajo de oración que eleva la consciencia humana, al conocer la presencia y la actividad de la Verdad y el Amor en lugar de dejarme impresionar por los problemas. Estoy muy agradecido por la colaboración que existe dentro de esta comunidad de iglesia, que me da valor. 

Después de orar en este sentido, en las semanas siguientes vimos que tanto los nuevos visitantes como los que no habíamos visto durante mucho tiempo venían a nuestros servicios. No de inmediato en masa, pero, no obstante, se notó. 

Ciencia y Salud nos pregunta: “¿Estamos realmente agradecidos por el bien ya recibido?” (pág. 3). Me gustaría responder compartiendo mi gratitud por estas hermosas ideas, por los útiles artículos de nuestras publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana y por todo lo bueno que ya se ha recibido en la iglesia.

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